La Argentina pasó de importar apenas 24 toneladas de carne vacuna brasileña a superar las mil por mes en el primer semestre del año. El dato proviene de registros oficiales del país vecino y establece una marca inédita para la última década. A pesar del salto numérico, el volumen representa menos del 0,5% de la capacidad de producción nacional.
Desde el sector exportador minimizan el efecto de estas compras externas y defienden la apertura comercial. Fernando Herrera, presidente de la Asociación de Productores Exportadores de Argentina (APEA), expresó que “el volumen de importación es poco significativo frente a la producción. En 2025 se están importando 1.000 toneladas por mes. No es un problema para la producción nacional”.
Argentina importa toneladas de carne
De acuerdo con LU17. En la comparación global, el movimiento argentino no es inusual ni alarmante. “Otros países importan y exportan carne. Por ejemplo Uruguay o Estados Unidos. Se importa carne barata; no tengo el detalle, pero es carne para manufactura”, explicó Herrera. En ese sentido, remarcó: “Hay que ponerlo en un contexto global de economía, donde las mercaderías van y vienen. No hay que verlo como si Argentina, por ser un país exportador, no pudiera importar carne”.
La devaluación parcial y el tipo de cambio oficial relativamente alto también contribuyen a este fenómeno. Con un dólar oficial en torno a los 1.360 pesos, los productos extranjeros ganan competitividad. Esta política busca contener la inflación, pero también genera tensiones en la balanza comercial. La carne brasileña, por costo y cercanía, aparece como una alternativa viable para algunos frigoríficos.
El especialista Diego Ponti sumó que se trata de “operaciones puntuales de compradores cercanos a la frontera o frigoríficos con plantas en ambos países”. El analista del grupo AZ añadió que “como Argentina se ha vuelto más cara en dólares, se abrió la puerta para importar carne brasileña a precios competitivos”. En ningún caso se trataría de una estrategia estructural de abastecimiento.
El presidente de APEA defendió además el principio de reciprocidad comercial. “Si a alguna industria le conviene importar carne barata, que lo haga. No está mal. Nosotros siempre tratamos de exportar y nos gusta que reciban nuestra mercadería”, afirmó Herrera. Según dijo, “nos quejamos cuando nos ponen barreras, así que tampoco deberíamos ponerlas nosotros”.
El control sanitario en regla
El punto de control más relevante sigue siendo el sanitario. “Por supuesto, tiene que ser con garantías sanitarias, para no poner en riesgo el estatus sanitario argentino. Pero más allá de eso, no hay que quedarse con la idea de que Argentina no puede importar carne”, insistió Herrera. El respeto por los protocolos y certificaciones del Senasa se mantiene como un requisito excluyente.
El escenario externo también suma incertidumbre a los precios internacionales. Ponti advirtió que la política arancelaria de Estados Unidos podría redireccionar parte de la carne brasileña hacia China, principal comprador de proteína animal argentina. “Eso llevaría a los importadores chinos a negociar contratos más baratos, lo que podría afectar indirectamente la competitividad de la carne argentina”, anticipó.
En ese contexto, el consumo interno sigue firme pese a la caída general de la demanda. Los argentinos mantienen uno de los niveles más altos del mundo, con 50 kilos per cápita al año. El precio del asado, símbolo cultural y termómetro político, subió 53% interanual en el AMBA durante junio, muy por encima de la inflación general. Aunque las importaciones crecen, el eje sigue puesto en los precios y la producción local.