El espacio exterior se ha convertido en el nuevo escenario de tensiones geopolíticas entre las grandes potencias.
Con experimentos militares, provocaciones y el desarrollo de armas antisatélite, Estados Unidos, China y Rusia desafían los frágiles acuerdos internacionales y alertan sobre el advenimiento de guerras intergalácticas cuyos efectos podrían ser devastadores.
Incidentes que Marcaron un Peligroso Precedente
El punto de inflexión ocurrió en noviembre de 2021, cuando Rusia probó con éxito un misil antisatélite contra uno de sus propios satélites, generando una nube de escombros que obligó a los tripulantes de la Estación Espacial Internacional a refugiarse en sus naves, listos para evacuar. La NASA calificó el hecho como «irresponsable y desestabilizador». Este evento no fue aislado: en 2007, China realizó una prueba similar, seguida por Estados Unidos en 2008 e India en 2019, normalizando un comportamiento que incrementa el riesgo de colisiones y amenaza la infraestructura orbital crítica.
La Militarización Acelerada y la Respuesta de la OTAN
En 2019, la OTAN reconoció el espacio como un dominio militar, citando que un ataque a sus satélites podría activar el artículo 5 de defensa colectiva. Ese mismo año, Estados Unidos creó su Fuerza Espacial, un cuerpo dedicado exclusivamente a operaciones beyond the atmosphere, que fue fortalecido por la administración Biden. La Alianza observa con preocupación cómo Rusia y China desarrollan tecnologías para «enceguecer o neutralizar» satélites mediante interferencias, misiles, láseres y sistemas electromagnéticos, mientras actores como Irán y Corea del Norte también ganan capacidades.
Europa y la Búsqueda de Autonomía Estratégica
Consciente de su vulnerabilidad y dependencia de actores extranjeros, la Unión Europea propuso multiplicar por cinco su presupuesto para defensa y espacio en el período 2028-2034, alcanzando los 131.000 millones de euros. La iniciativa busca proteger joyas como el sistema de posicionamiento Galileo y reducir la dependencia de sistemas como Starlink, de Elon Musk, cuya intermitencia afectó operaciones militares en Ucrania. Además, la Comisión Europea presentó una «ley espacial» para regular la creciente congestión orbital y los riesgos asociados a los más de 128 millones de desechos espaciales.
La pregunta ya no es si ocurrirá un conflicto armado en el espacio, sino cuándo. La militarización avanza a un ritmo acelerado, erosionando el Tratado de 1967 que prohibía armas de destrucción masiva en órbita. En este «Lejano Oeste» espacial, donde la ley de la selva parece imperar, la comunidad internacional enfrenta el desafío de evitar una carrera armamentista que podría tener consecuencias catastróficas para las comunicaciones, la seguridad y la economía global. La información fue reportada inicialmente por el medio La Nacion.