El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sorprendió al declarar públicamente que el Imperio Otomano fue responsable del genocidio armenio ocurrido entre 1915 y 1923.
El reconocimiento, realizado en un podcast, llega en un contexto de deterioro de las relaciones con Turquía y despierta reacciones internacionales tanto de apoyo como de crítica.
El contexto histórico y político de Israel
Israel ha evitado durante décadas pronunciarse sobre la masacre de armenios, asirios y griegos pónticos perpetrada en los últimos años del Imperio Otomano. Turquía, heredera de aquel Estado, niega tajantemente que se tratara de un genocidio y lo describe como “los sucesos de 1915”.
En este sentido, Netanyahu rompe con la postura histórica de Tel Aviv, incluso más allá de momentos de máxima tensión bilateral, como durante las invasiones en Gaza. Cabe recordar que el mandatario israelí enfrenta actualmente una orden de detención internacional emitida por la Corte Penal Internacional por presuntos crímenes de guerra en la Franja de Gaza.
La reacción armenia y los cuestionamientos
Aram Hamparian, director ejecutivo del Comité Nacional Armenio de América, señaló que el reconocimiento carece de credibilidad si no se acompaña de acciones concretas, como el fin de la alianza militar entre Israel y Azerbaiyán —país que mantiene un conflicto abierto con Armenia— o la presión directa sobre Ankara para que asuma la persecución otomana.
“En ausencia de pasos reales, esto no es más que una maniobra destinada a encubrir las propias violaciones de Israel”, afirmó Hamparian.
Reconocimientos fallidos y antecedentes en Israel
En 2001, el entonces canciller Shimon Peres llegó a negar las denuncias armenias, asegurando que buscaban equiparar su tragedia con el Holocausto. Años antes, el ministro de Educación Yossi Sarid había propuesto incluir el genocidio en los planes de estudio, pero el proyecto no prosperó.
Hubo otros intentos políticos: en 2011, la Unión Nacional planteó que cada 24 de abril fuera jornada oficial de conmemoración, y en 2018 una votación en la Knesset fue cancelada por falta de apoyo. Ni siquiera el expresidente Reuven Rivlin, reconocido defensor de la causa, logró avanzar en el reconocimiento.
El panorama internacional
El primer país en reconocer oficialmente el genocidio armenio fue Uruguay en 1965. Desde entonces, solo 34 naciones se han pronunciado en ese sentido, entre ellas Estados Unidos (desde 2021, bajo la administración de Joe Biden), Rusia, México, Canadá y la mayoría de Europa Occidental, con excepción de España y Reino Unido.
En Medio Oriente, apenas Siria y Líbano han dado ese paso, lo que refleja el peso geopolítico de Turquía en la región.
Turquía mantiene su postura
Aunque el gobierno de Recep Tayyip Erdogán aún no respondió a la declaración de Netanyahu, Ankara ha sostenido de manera consistente que los hechos de 1915 deben entenderse como parte de una “tragedia compartida” de todos los pueblos que vivían en el Imperio Otomano. En un comunicado oficial, el Ministerio de Exteriores turco reafirmó:
“Turcos, armenios y otros sufrieron terriblemente. Este periodo debe entenderse en su totalidad, y la memoria de todas las vidas perdidas debe honrarse debidamente”.
Un reconocimiento cargado de intereses
El reconocimiento de Netanyahu se percibe más como un gesto político en medio de un escenario internacional convulsionado que como un cambio profundo en la política de Israel. Mientras algunos celebran la admisión histórica, otros la interpretan como un movimiento estratégico para marcar distancia de Turquía y al mismo tiempo desviar la atención de las acusaciones que pesan sobre el propio líder israelí. Información extraída del medio Euro News.