Aeroparque Jorge Newbery vivió este domingo una escena de caos y frustración. Por segundo día consecutivo, el paro de controladores aéreos de ATEPSA paralizó los vuelos en todo el país, dejando a miles de pasajeros atrapados en el aeropuerto.
Con más de 40 vuelos cancelados y 122 reprogramados, las historias de turistas y familias que enfrentaron gastos extras, noches en el suelo y la imposibilidad de llegar a sus destinos se multiplicaron.
El paro que paralizó el país
La medida de fuerza, impulsada por la Asociación de Técnicos y Empleados de Protección y Seguridad a la Aeronavegación (ATEPSA), se llevó a cabo en dos turnos: de 13 a 16 y de 19 a 22 horas. Según datos oficiales, alrededor de 4.000 pasajeros se vieron afectados solo durante esta jornada, sumándose a los miles que ya habían sufrido cancelaciones durante el fin de semana.
Historias de frustración y gastos inesperados
Noelia y su familia viajaron desde Machagai, Chaco, para ver a River Plate en la Copa Libertadores. Hace un año, un paro de pilotos les había cancelado el vuelo, y ahora historya se repitió. «Canjeamos el vuelo y tuvimos que pagar diferencia. Ahora, Aerolíneas no nos devuelve el dinero», explicó. Decidieron comprar pasajes con otra aerolínea para intentar salir fuera del horario del paro, pero la incertidumbre persistió.
Testimonios críticos: desde lo económico hasta lo humano
La familia González, oriunda de Carlos Casares, relató su odisea: gastos extra en hoteles, taxis y comidas no presupuestadas, además de tener que coordinar con un remisero que ya había salido a buscarlos. «Una señora durmió en el aeropuerto porque no podía pagar un hotel. Otro pasajero, médico cirujano, no pudo asistir a sus operaciones programadas», contaron.
Falta de respuestas y saturación en atención al cliente
Bruno, otro pasajero varado, criticó la falta de organización: «En nuestro vuelo faltaban cinturones de seguridad para 16 personas». Gloria Sánchez, que debía viajar a Comodoro Rivadavia, aseguró que las aerolíneas «no se hacen cargo» de los gastos extras ni ofrecen soluciones inmediatas. La saturación en las líneas telefónicas y la ausencia de oficinas físicas en el interior agravaron el problema.
Un sistema al límite
El paro de controladores no solo dejó al descubierto los conflictos laborales en el sector aeronáutico, sino también la fragilidad del sistema ante estas medidas. Miles de personas quedaron atrapadas en un limbo de reprogramaciones, gastos inesperados y desatención, mientras las aerolíneas y el Estado buscan respuestas que aún parecen insuficientes. La información de esta nota fue extraída del medio Clarín80.