En una zona remota de la Patagonia, cerca de El Calafate, científicos argentinos y japoneses han desenterrado un fósil que arroja luz sobre un gigantesco depredador de hace 70 millones de años: el Kostensuchus atrox.
Este cocodrilo, de más de tres metros de largo, sorprende por su cráneo robusto y unos colmillos de hasta 5 cm, capaces de cortar carne y hueso con una mordida tan devastadora como la de un tiranosaurio.
Descubren el «bulldog» de los cocodrilos
De acuerdo con LU17. El descubrimiento fue realizado por un equipo liderado por los paleontólogos Fernando Novas y Diego Pol, del Conicet, en colaboración con expertos de la Universidad de Tokio. El fósil fue hallado en una región rica en vestigios fósiles, que anteriormente ya había revelado dinosaurios y otras especies prehistóricas.
El nombre Kostensuchus, que proviene del término «kosten» (viento en lengua aonikenk) y «atrox» (terrible, feroz en latín), refleja el carácter imponente de este animal.
«Era el bulldog de los cocodrilos», explicó Novas, describiendo su estructura robusta y poderosa. «Con su cabeza de 50 centímetros y dientes aserrados, estaba perfectamente adaptado para desgarrar presas como tortugas o incluso dinosaurios pequeños.»
En su época, la Patagonia era un ecosistema en el que convivían gigantes como los dinosaurios Maip macrothorax o el Nullotitan glaciaris.
Mas datos interesantes sobre este descubrimiento
Sin embargo, lo más asombroso de este descubrimiento es que el Kostensuchus atrox no estaba adaptado a una vida acuática como sus parientes modernos.
En lugar de ser un cazador en el agua, sus largas patas orientadas hacia abajo le otorgaban una sorprendente agilidad sobre tierra firme, lo que lo convertía en un predador terrestre formidable. «Todo apunta a que podría haber corrido a gran velocidad para capturar presas», destacó Pol.
En el mundo de los grandes predadores del Cretácico, el Kostensuchus era un verdadero superdepredador. «Este cocodrilo no dudaba en enfrentarse a animales del tamaño de un dinosaurio herbívoro, como el Isasicursor», añadió Pol.
El paisaje de la Patagonia del Cretácico se presentaba como un ecosistema lleno de vida, en el que gigantes de diferentes especies competían por la supremacía.
Este descubrimiento aporta un capítulo más en la comprensión de los ecosistemas de la Patagonia prehistórica y refuerza la imagen de un mundo donde depredadores terrestres y acuáticos convivían y competían por su lugar en la cadena alimentaria.