El hígado es uno de los órganos más importantes del cuerpo humano: procesa nutrientes, filtra toxinas y regula funciones esenciales.
Sin embargo, las enfermedades hepáticas pueden desarrollarse de forma silenciosa durante años, debido a que este órgano carece de receptores de dolor, lo que dificulta una detección temprana.
Según El Cronista, esa “naturaleza silenciosa” provoca que los síntomas iniciales pasen desapercibidos hasta que la enfermedad está avanzada.
Fatiga persistente: una señal a no subestimar
Uno de los primeros síntomas que puede advertir problemas hepáticos, incluyendo cáncer, es el cansancio extremo o debilidad constante.
De acuerdo con la especialista Nivedita Pandey, sentirse agotado incluso tras dormir bien podría indicar un mal funcionamiento del hígado. La fatiga, junto con somnolencia prolongada, es señal de que el organismo no está eliminando toxinas de manera adecuada.
Otros síntomas frecuentes que requieren atención
Además de la fatiga, existen otros signos comunes que, aunque no específicos, pueden ser indicio de enfermedad hepática o cáncer de hígado:
- Náuseas y vómitos recurrentes.
- Pérdida de apetito.
- Sensación de llenura tras comer poco.
- Dolor abdominal en la parte superior derecha.
- Pérdida de peso inexplicable.
Organizaciones como la Mayo Clinic y la American Cancer Society coinciden en que estos síntomas, cuando se prolongan, merecen una evaluación médica urgente.
Factores que aumentan el riesgo de cáncer de hígado
Ciertas condiciones y hábitos incrementan la probabilidad de desarrollar esta enfermedad:
- Hepatitis B o C crónicas.
- Cirrosis.
- Enfermedades hereditarias como hemocromatosis o enfermedad de Wilson.
- Diabetes.
- Hígado graso no alcohólico, ligado a la obesidad y la resistencia a la insulina.
- Consumo excesivo de alcohol por años.
Estas situaciones pueden dañar progresivamente el tejido hepático, facilitando la aparición de tumores.
La importancia de consultar a tiempo
La detección temprana es clave. Ante síntomas como fatiga persistente, pérdida de apetito o dolor abdominal inexplicable, se recomienda acudir de inmediato a un especialista.
El diagnóstico precoz permite iniciar tratamientos que mejoran las probabilidades de control y supervivencia. Asimismo, realizar controles periódicos y pruebas de función hepática ayuda a prevenir complicaciones graves.