El nuevo informe del INIDEP no es un parte técnico más: es una bandera roja. El muestreo realizado entre el 1 y el 21 de julio de 2025 a bordo del BIPO Víctor Angelescu registró 122 lances en el Golfo San Jorge, el litoral de Chubut y aguas nacionales adyacentes. Hubo langostino en el 77% de esos lances, pero el litoral norte —histórico refugio de ejemplares grandes— mostró un quiebre: el 70% de los lances dieron negativos, contra 27% un año antes. Es decir, donde solía haber langostino adulto, esta vez muchas redes volvieron vacías.
Ese vacío se refleja en los números gruesos del stock. El INIDEP estima 1.740 millones de individuos y una biomasa de 20.298 toneladas: –17,3% en cantidad de individuos y –28,8% en biomasa respecto de 2024. La merma en biomasa sí es estadísticamente significativa a escala del área total; la caída de individuos lo fue de manera marcada en el litoral norte, la zona que concentra adultos.
Qué significan los datos
Cuando el informe habla de biomasa, se refiere al peso total del recurso en el agua. Que caiga casi un 30% no sólo implica menos langostino: implica menos kilos disponibles para sostener la actividad y, por lo tanto, menos margen para equivocarse. Los lances son las maniobras de pesca con las que se prueba si hay —o no— concentraciones; si 7 de cada 10 en el litoral norte volvieron sin capturas, la señal es clara: las agregaciones típicas de adultos se desarmaron o se corrieron. Y el punto clave son justamente los adultos, porque son los que reproducen y dan resiliencia al sistema.
En 2025 bajó su proporción en los tres sectores evaluados; a escala total, los juveniles rozaron el 90% de la captura y los adultos quedaron cerca del 10%. Esa relación es el termómetro de la salud del stock.
La estructura de tallas deja una foto nítida: predominan pre-reclutas y reclutas (11–24 mm), con moda en 24 mm; los adultos —los “grandes”— ceden terreno. Parte de ese “boom juvenil” puede asociarse a una reproducción intensa detectada en la campaña previa, pero choca con la menor presencia de adultos en el litoral, posiblemente vinculada a la fuerte presión de pesca 2024/25 en el norte de Chubut, con volúmenes récord de captura.
Récords en las capturas, estrés en el ecosistema
La temporada pasada dejó marcas históricas en Rawson y alrededores, y el informe anota una cifra de referencia para ese contexto: 103.000 toneladas de langostino en la zafra 2024/25. El problema es que la euforia en tierra no compensa la pérdida de biomasa adulta en el mar. Sin adultos no hay recambio y la pesquería se vuelve cada vez más dependiente de juveniles —más livianos, con menos huevos por hembra cuando alcancen la madurez—. Es el inicio típico de un agotamiento progresivo: cuando los números todavía parecen buenos, pero la estructura se achica por arriba.
Cómo se hizo la campaña y por qué son tan importantes los resultados
El relevamiento invernal usó una red langostinera comercial ajustada para capturar también tallas muy chicas (10 mm de cefalotórax), de modo de describir toda la estructura poblacional y no sólo los tamaños comerciales. Los lances fueron diurnos, con duración estándar de 10 minutos, y la telemetría acústica permitió verificar en tiempo real el desempeño del arte. En síntesis: una metodología diseñada para no “perder” juveniles y tomar una foto precisa de la población.
En 2025 aumentaron pre-reclutas y reclutas, disminuyeron los adultos; el norte fue el área más golpeada; la biomasa cayó con significancia a escala del área total; el Golfo San Jorge mantuvo su rol como área clave de reclutamiento; y todo esto ocurre tras una temporada de presión pesquera alta en zonas someras del litoral. El cuadro es coherente con un sistema que produce —se ven muchos jóvenes— pero pierde robustez —faltan grandes—.
Hacia un manejo a la altura de la ciencia
El propio informe del INIDEP sugiere una hoja de ruta sobria: seguir midiendo (campañas frecuentes), coordinar entre jurisdicciones y ajustar el esfuerzo al pulso biológico del recurso. En la práctica, eso implica vedas dinámicas por subárea cuando la señal biológica lo pida, evitar la concentración del esfuerzo en hábitats de adultos, proteger juveniles con mayor selectividad y sostener un monitoreo que permita corregir a tiempo. Nada de esto tiene efecto sin cumplimiento y trazabilidad; ahí se juega la diferencia entre un informe que advierte y una política que actúa.
Fuera del documento técnico, está comprobado que reforzar y crear nuevas Áreas Naturales Protegidas y zonas de manejo específicas, que resguarden sitios de reproducción y crecimiento, ayudaría a amortiguar el impacto del esfuerzo y a mantener zonas de adultos que puedan repoblar los sectores explotados.
El mar argentino sostiene vida, trabajo y alimento, pero no sostiene la sobrepesca. El 2025 dejó una advertencia con números duros: si faltan adultos, falta futuro. Todavía hay margen para alinear la pesca con la biología —no con el calendario de récords—, pero ese margen se achica cuando el silencio de los lances vacíos empieza a ser la noticia.