La votación dejó un empate técnico que frena la reforma.
La Cámara de Diputados vivió una sesión cargada de tensión política en la que la oposición no logró convertir en ley la reforma al régimen de decretos de necesidad y urgencia (DNU), otorgándole un respiro al Gobierno de Javier Milei. Aunque el proyecto contaba con una mayoría absoluta en general, la caída del artículo 3 —por solo dos votos— dejó el tema en manos del Senado.
Según informó Noticias Argentinas, el artículo rechazado fijaba un plazo de 90 días de vigencia para los decretos, dándole ese margen al Poder Ejecutivo para conseguir su aprobación legislativa. Con 127 votos a favor, 90 en contra y 17 abstenciones, la oposición quedó a las puertas de una victoria que hubiera limitado la capacidad del presidente de gobernar por decreto.
Qué proponía la reforma al régimen de DNU
El proyecto buscaba modificar la ley 26.122, aprobada en 2006 durante el kirchnerismo, que actualmente permite al Ejecutivo mantener vigentes los DNU hasta tanto ambas cámaras del Congreso no los rechacen.
La iniciativa opositora pretendía que los decretos caducaran automáticamente a los 90 días, salvo que el Congreso los convalidara.
Además, establecía que:
- Un solo rechazo parlamentario bastara para derogar un DNU.
- El Ejecutivo no pudiera dictar otro decreto sobre la misma materia durante un año.
- Cada decreto se limitara a una sola materia, evitando textos extensos como el polémico DNU 70/2023.
De haber prosperado, la reforma habría debilitado el poder presidencial y reforzado el rol del Congreso como contrapeso institucional.
Los discursos que marcaron el debate
La diputada Mónica Litza (Unión por la Patria) aseguró que la propuesta “no busca quitarle facultades al presidente Milei”, sino limitar el uso discrecional del DNU. En tanto, Miguel Ángel Pichetto (Encuentro Federal) defendió el proyecto afirmando que “no es una iniciativa contra el Presidente”, sino una herramienta “para fortalecer la democracia de consenso”.
Desde el oficialismo, Nicolás Mayoraz (La Libertad Avanza) rechazó el texto y acusó a la oposición de intentar “desestabilizar al Gobierno y generar inseguridad jurídica”. Argumentó que “la urgencia es una valoración política, no jurídica”, y sostuvo que el cambio propuesto “va contra la Constitución”.
Por su parte, Juan Manuel López (Coalición Cívica) apuntó contra el uso excesivo del DNU: “Es una excepción de la excepción. Este Gobierno abusó de ese instrumento con el decreto 70/23”.
El diputado del PRO, Fernando Iglesias, calificó la reforma de “destituyente” y dijo que el peronismo “se comporta en el poder como mafioso y en la oposición como el club del helicóptero”.
Desde la UCR, Martín Tetaz criticó el proyecto por “transferir todo el poder al Senado”, mientras que su compañero de bloque Rodrigo de Loredo advirtió sobre la “doble vara” de quienes ahora exigen límites institucionales a un gobierno “en extrema debilidad política”.
Nicolás Massot (Encuentro Federal), en tanto, afirmó que la reforma “no atenta contra la gobernabilidad, sino que la fortalece” e instó al Ejecutivo a “construir mayorías en el Congreso”.
Un cierre con sabor a revancha pendiente
La derrota opositora deja el futuro del proyecto en manos del Senado, que podría insistir con la media sanción después de las elecciones. Mientras tanto, el Gobierno gana tiempo y retiene una de las herramientas más poderosas de gestión ejecutiva: los decretos de necesidad y urgencia.
La pulseada por los DNU promete continuar y podría convertirse en uno de los principales ejes de tensión política en los próximos meses.