En un giro significativo del conflicto en Europa del Este, el Kremlin ha expresado su apoyo al proyecto de paz presentado por Estados Unidos para Ucrania.
Sin embargo, Moscú rechaza contundentemente las modificaciones introducidas por los aliados europeos, creando un nuevo escenario de tensión diplomática.
El Kremlin y la Base Estadounidense
Dmitri Peskov, portavoz presidencial ruso, fue claro al afirmar que el plan de paz de Trump para Ucrania es la única base sustancial para las negociaciones. «Consideramos que puede ser una muy buena base para las negociaciones. Sobre ello ya habló nuestro presidente», declaró Peskov, según la información original reportada por la agencia DW. Este respaldo al proyecto original de 28 puntos, que según Moscú recoge los acuerdos de la cumbre de Alaska, marca una postura definida frente a la propuesta estadounidense.
El Rechazo a las Modificaciones Europeas
La apertura hacia el plan de Washington contrasta con el absoluto rechazo a la versión revisada por los europeos. El asesor internacional del Kremlin, Yuri Ushakov, tildó el plan europeo de «absolutamente no constructivo» y que «no nos conviene». Las modificaciones clave que Moscú desestima incluyen la posibilidad de que Ucrania ingrese a la OTAN—algo categóricamente negado en la propuesta original de Trump—y ajustes en las exigencias territoriales sobre la región de Donetsk.
Apertura Negociadora y Reuniones Encubiertas
Pese a las diferencias, el Kremlin insistió en su disposición al diálogo. «Estamos plenamente abiertos al proceso negociador», afirmó Peskov, destacando el interés ruso en alcanzar sus objetivos por «medios político-diplomáticos». Sobre la reunión en Abu Dabi entre el secretario del Ejército de EE. UU., Daniel Driscoll, y funcionarios rusos, el portavoz se limitó a decir que «no tiene nada que añadir», dejando entrever los canales discretos que se mantienen activos.
Mientras la comunidad internacional observa, el apoyo ruso al plan de paz de Trump para Ucraniaestablece un nuevo punto de partida, aunque las modificaciones europeas parecen ser, por ahora, una barrera infranqueable. La voluntad declarada de negociar choca con posturas aún muy distantes sobre el futuro de Ucrania.




