Dos cultivadores muestran parte de su cosecha |
El último año ha sido el más intenso en materia de debate sobre los usos de la marihuana en Argentina. La movilización de cientos de madres de niños con epilepsia y otros cuadros conmocionó a la opinión pública de tal manera que el pasado 29 de marzo, el Congreso Nacional aprobó la ley que permite el uso medicinal del cannabis.
Acabado aquel debate, llega la hora de ampliar la consigna. Las miles de personas que llenaron la avenida de mayo en su marcha hacia plaza de mayo (150.000 según los organizadores) coinciden en exigir la “urgente reglamentación y la incorporación del cultivo solidario y colectivo” y el cese de las detenciones a cultivadores como el joven Lautaro Ferraro, detenido hace 60 días cuando le encontraron 38 plantines.
La jornada comienza de manera tradicional, con una gran fumata en la Plaza de Mayo, ante la mirada de turistas y curiosos seducidos por colores, olores y sabores que se perciben desde los alrededores de la Casa Rosada. Mayo es el mes de cosecha para muchos cultivadores y las flores ya secas y que pasan de mano en mano se cuentan de a miles.
Los mismos que son en un eslabón imprescindible para la obtención del aceite de cannabis que las madres convirtieron en medicina para sus niños. Sin embargo, son los que quedan afuera de la ley que se terminó aprobando.
“La única herramienta que tienen los usuarios es la visibilización”, dice Matías Faray, de la agrupación Cannabicultores del Oeste. “La ley de drogas permite que se detenga a cultivadores y usuarios. Nosotros siempre fuimos quienes llenamos las estadísticas oficiales y no los narcotraficantes”, advierte el joven.
“El reclamo es amplio, pedimos la regulación del cannabis para todos sus usos, y si bien hoy nos toca una coyuntura muy diferente a la de años anteriores, con el impulso y las ganas de trabajar en la nueva ley de cannabis medicinal, tenemos que pedir la libertad de Lautaro y el fin de los allanamientos y detenciones a cultivadores», coincide Facundo Rivadeneira de la asociación Cogollos del Oeste.
Lautaro Ferraro tiene 25 años, es martillero público, estudia ciencias económicas en la Universidad de San Martín y guitarra y piano en un conservatorio. Pero además “es muy lindo y está de novio con Gisela”, según aseguró su tía Silvia Neimark a EL PAÍS mientras muestra el gran cartel que hicieron para la marcha, en el que se ve al joven y el tatuaje que lleva cerca del hombro izquierdo, y que resume su situación: “Sueño de libertad”.
El pasado 6 de marzo a las siete de la tarde, recibió un allanamiento en la casa que comparte con su madre Alicia que se extendió hasta las dos de la madrugada. La denuncia la había realizado un vecino que desde un edificio fotografió una de las plantas. Lo llevaron detenido, primero, a una pequeña celda que compartió con otros seis detenidos, luego, a la unidad penitenciaria 48 de José León Suárez, donde está ahora. “Cuando te vas de ahí luego de visitarlo, te queres morir de la tristeza”, confía su tía.
“Hoy se cumplen dos meses del allanamiento. Entraron a casa porque un vecino hizo una denuncia. En ese momento Lautaro tenía una planta. Era un estudioso del tema, estaba en contacto con un oncólogo para investigar sobre el uso medicinal del aceite”, cuenta su mamá Alicia.
“Si queda firme la prisión preventiva puede pasar a un penal. Mi hijo es una persona de bien, no me lo imagino en un penal”, agrega. La esperanza de la familia es que liberen a Lautaro o, al menos, le dicten una prisión domiciliaria.
El País