Esta vez las rodillas en tierra no eran sinónimo de fracaso, esta vez tenían relación con la gloria, con el resurgimiento, con el desahogo que permite todo éxito, sobre todo cuando se consigue con sudor, rigor y sangre.
“La Máquina” arrolló los fantasmas que deambulaban en torno a su regreso, pasó por arriba la incertidumbre que habían sembrado 19 meses de inactividad.
Lejos de aquella desoladora postal que dejó la dolorosa derrota por nocaut ante Postol en octubre del 2015 en Carson, Matthysse volvió a ser el rotundo pegador que despegó con sueño de campeón a Estados Unidos.
Lucas venció a Emmanuel Taylor con una paliza que duró menos de 15 minutos y así le propinó al joven del estado de Maryland el primer nocaut de su carrera profesional. Al mismo tiempo representó su 35° éxito por la vía rápida de las 38 victorias que ostenta en el campo rentado.
El ex campeón mundial interino súper ligero se adueñó de los títulos intercontinental AMB e internacional OMB, en su debut en la división welter (66,678 kgs).
El T-Mobile de Las Vegas volvió a vibrar con los golpes de un boxeador plantado, furioso de a ratos y calculador en otros.
Matthysse salió a dominar la escena del combate, con combinaciones explosivas y de mucho veneno. Ya en el round de estudio, una derecha a la cabeza había hecho temblar la humanidad del oponente.
Taylor, acostumbrado a resistir incluso ante rivales superiores, acusó enseguida el castigo.
En el segundo asalto, Taylor intentó reaccionar, aunque sin resquicio por la cerrada guardia de su rival, sólo pudo descargar un cabezazo que cortó la ceja derecha del argentino. Fue el peor pecado, porque la sangre crispó aun más al talentoso sudamericano.
Pese al corte, el hombre de Las Mil Viviendas tenía mira telescópica para buscar más golpes letales. Y cuando promediaba el tercer round, un 1-2 de escuela que terminó con la derecha profunda llegó plena al rostro de Tylor y lo mandó a tierra en el medio del ring.
La campana sonó cuando el estadounidense seguía aturdido y el argentino trataba de conectar el golpe de gracia.
El corte en la ceja derecha, bien neutralizado por su rincón, era el único rastro de pelea que mostraba el chubutense, mientras el moreno emanaba sangre en su nariz, producto del hostigamiento al que era sometido.
Matthysse controlaba la intensidad de la pelea. Parecía tener claro que no podía imponer tanto vértigo, después de un paréntesis tan largo.
Sin embargo, medía y seleccionaba sus envíos, y cada vez que lo hacía, demostraba que su «power» seguía intacto.
En el último minuto del quinto round, con Taylor flameando, Matthysse lo llevó contra las cuerdas y con dos izquierdas a la cabeza, difícil de apreciar en velocidad real para las cámaras, provocó la segunda y definitiva caída.
El árbitro comenzó la cuenta de protección, pero en un par de segundos se percató que Taylor ya estaba en otra frecuencia.
El nocaut a favor encontró a Matthysse con la rodilla en tierra, la mirada al cielo y embargado por la emoción. Otra vez el éxito volvía a ser su aliado, otra vez abría las puertas para dejar entrar a las grandes oportunidades.
Volvió “La Máquina”, rectificada con un trabajo quirúrgico e impulsado por la confianza que renovó Golden Boys y con la convicción propia y de su grupo de trabajo, que ahora comanda el sapiente mexicano Joel Díaz.
Lucas está de nuevo, porque para ser campeón no sólo bastan títulos, también aprender a levantarse cuando el porrazo es duro…
Por Edgardo Lillo
Radio 3