La falta de personal formado en enfermería generó señales de alerta en la Argentina, ya que en la actualidad son muchos menos que los necesarios. Si bien la disminución de los enfermeros y enfermeras ocurre a nivel global, la situación en el país fue destacada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que indicó que en la Argentina sólo hay 3,8 cada 10 mil habitantes, cuando el número mínimo debería superar los 4 cada 10.000.
Para graficar el problema, basta con comparar con otros países. Por ejemplo: en España están preocupados porque consideran que tienen un número muy bajo y tienen 40 enfermeros cada 10 mil habitantes. El país que mejor posicionado está es Finlandia, con una tasa de 150; en el caso de Cuba son 80.
Según datos oficiales del Sistema de Información Sanitario Argentino, en la actualidad son 179.175 las personas matriculadas en el campo de la enfermería. De ese total, 19.729 (11,01 %) son licenciados, que es el grado mayor de formación; los técnicos ascienden a 73.373 (40,95 %); y los auxiliares son 86.073 (48,04 %), quienes tienen la menor formación, ya que cursan carreras de tan solo un año. Ante esta situación, el Gobierno lanzó un programa para intentar solucionar el problema.
«En la actualidad, para estar bien se necesitarían unos 100 mil enfermeros más. Para tener una relación de 6 o 7 cada 10 mil pacientes», dijo a LA NACION Pablo Bogado, Secretario general nacional del Sindicato de Trabajadores de Enfermería (Sitre).
Una carrera que tiene mucho de vocación
«Empecé como auxiliar de enfermería allá por el año 2005, hace poco más de 12 años. Hoy soy enfermera, aún no soy Licenciada y me especialicé en adulto mayor y salud mental», contó a LA NACIÓN Ana,quien que recordó que eligió la carrera por la insistencia de la mamá de una amiga.
«Cuando ingresé me di cuenta, durante las primeras prácticas, que era algo maravilloso. El contacto con el paciente y la posibilidad de poder ayudar a otro y acompañarlo en los momentos más duros de la vida es algo que no se puede explicar con palabras», resumió la mujer de 35 años que trabaja en un hospital público en el conurbano bonaerense.
Lo más difícil de ser enfermero
Sobre cuál es el mayor desafío de su profesión, dijo: «Lo más difícil es mirar a la familia cuando pierden a un ser querido, o cuando no hay insumos, es algo que me resulta difícil».
«La gran mayoría de los nuevos alumnos, cerca del 80%, son hijos o tienen algún familiar que fue o es enfermero. Se va transmitiendo el amor por la profesión de generación en generación. Son pocos los que eligen la enfermería sin haber estado relacionado con alguien», dijo el titular de Sitre, y concluyó: «El enfermero le puede salvar la vida a una persona y, muchas veces, no toma conciencia de eso. Cuando la sociedad entienda que los enfermeros realizan el 80% de la atención directa e indirecta y no nos mire solo como los «alcanza chatas», la situación cambiará».
Adriana trabaja como enfermera hace 30 años y también se decidió por esa profesión por un familiar. «Mi madre fue enfermera en la ciudad de Salta. Yo trabajé 15 años en la Marina y después otros tantos en una clínica privada», contó a LA NACION.
«Elegí esta carrera porque me gusta toda la parte humanitaria, poder ayudar al otro, y ahora estoy colaborando con el Sitre para lograr tener una Enfermería reconocida, tanto a nivel económico como personal. Es una carrera muy noble y te podés capacitar siempre», indicó.
Buscan un cambio
Leandro Goroyesky es el director del Instituto Nacional de Educación Tecnológica y es quien coordina el Programa Nacional de Formación de Enfermería (Pronafe), que se lanzó para intentar revertir la crisis. En diálogo con LA NACION, explicó el problema que genera la escasez de enfermeros en la Argentina y la falta de incentivos para permanecer y profesionalizarse.
«La cantidad de enfermeros en relación con los médicos en la Argentina es muy baja. Estamos en un promedio de 0,58. Deberíamos duplicar la cantidad de enfermeros», remarcó para explicar que, en la actualidad, el número de médicos es casi el doble.
«El Pronafe busca aumentar la cantidad y calidad de egresados de la carrera de enfermería en las instituciones de educación superior. Continuando con la inercia actual, en cinco años se estarían egresando 50 mil enfermeros. Nosotros apuntamos a duplicar y tener 50 mil más», dijo el funcionario.
A pesar de que es una de las carreras más estudiadas -entre las mujeres fue la segunda más elegida en 2014 y 2015-, tiene un problema puntual que depende directamente de la demanda de los hospitales y distintos centros de salud.
«Estamos tratando de reconvertir la carrera de enfermería. Más del 50% de las instituciones la dictaban con la modalidad de que en el primer año le daban una certificación de auxiliar de enfermería y los estudiantes dejaban la carrera y con el diploma se iban a trabajar», explicó.
Incentivar la formación
En la Argentina, la carrera se puede hacer en 53 universidades y 250 escuelas técnicas con casi 30.000 nuevos inscriptos por año y un total aproximado de 107.000 estudiantes cursando la carrera entre universidades y escuelas técnicas.
«No queremos cerrar instituciones sino reconvertir la educación y suprimir paulatinamente el enfermero auxiliar y que sean todos técnicos (tres años). Además, con el Pronafe los técnicos pueden seguir estudiando para lograr la licenciatura en una universidad sin tener que cursar toda la carrera», explicó Goroyesky, y detalló que con el objetivo de incentivar la graduación de enfermeros, el programa invirtió más de 100 millones de pesos fortaleciendo estructuras edilicias, dotación de equipamiento para instituciones y estudiantes y ampliación de centros de simulación. Además, apuntan a mejorar la formación y capacitación docente y brindan becas estudiantiles para que puedan afrontar los tres años de carrera.
«No hay un terreno amigable para que el enfermero que tiene dos trabajos se siga formando. Además, cerca del 60% de los que necesitan mayor formación ya tienen 45 años o más. Son padres, abuelos y sostenes de familia por lo que necesitan el dinero», contrapuso Bogado.
La beca, una de las salidas
Según información brindada a LA NACION por el Ministerio de Educación, hay tres tipos de becas: la de primer año otorga $ 18.000, las de segundo, $30.000 y las de tercer año, $ 40.000, todas anuales. Al 30 de agosto de 2017, hay 3095 estudiantes de Técnico Superior de Enfermería con su beca aprobada y 2341 estudiantes de Enfermería Universitaria con el mismo beneficio.
«La accesibilidad para la formación es clave. Si bien hay programas y tecnicaturas que son gratuitas, cerca del 70% de los que estudian lo hacen en instituciones privadas donde deben pagar una cuota. Somos una paradoja en la economía, un recurso escaso y crítico como el nuestro, a la hora de recibir un salario va desde los 7500 y los 30.000 pesos; dependiendo la zona del país», se quejó Bogado.
Sobre este punto, Goroyesky opinó: «Es un debate que hay que dar con el Estado y las empresas privadas, que son los principales empleadores. Estamos tratando de decirles que no tomen más auxiliares. Queremos que ellos terminen sus estudios de enfermería. Para esta carrera se necesitan más años, no es lo mismo un programador que en un enfermero, es una carrera particular».
«Por eso queremos dar becas para que los chicos puedan continuar los estudios con los insumos. Les damos las mochilas con 19 elementos necesarios para que puedan estudiar, montamos los 144 centro de simulación (con muñecos) en las escuelas de enfermería para que puedan hacer las prácticas», añadió.
Por su parte, Bogado resaltó: «Hay una situación triste y perversa a la vez. Muchos auxiliares de enfermería cumplen funciones de enfermero y están igual de capacitados por la experiencia cotidiana que adquieren. El problema es que no tienen la matrícula habilitante. Los tienen trabajando como enfermeros, pero les pagan como auxiliares y con ese sueldo no tienen el dinero suficiente para poder seguir formándose y obtener la matrícula».
La Nación