Una herida abierta durante cuatro años. Es demasiado. Después de la goleada de 7-1 que le propinó Alemania en las semifinales de Brasil 2014, la Verdeamarela espera iniciar el proceso de sanación hoy, cuando se mida a Suiza en la Arena Rostov, en el primer partido del Grupo E.
El técnico Tite parece haber encontrado la cura contra el trauma del Mineirao: Volver a los fundamentos.
Y para los pentacampeones mundiales no hay nada más fundamental que el «Jogo Bonito», el peculiar estilo ofensivo que estuvo ausente hace cuatro años durante su escandalosa eliminación y que volvió justo a tiempo junto con Neymar, el astro del Paris Saint-Germain que logró recuperarse tras sufrir una lesión en el pie en febrero pasado. Neymar se perdió también aquel encuentro infausto contra los alemanes por una lesión vertebral sufrida en el compromiso anterior ante Colombia.
El regreso del jugador más caro del mundo es, sin duda, un aliciente en el intento de Brasil por recuperar el brillo mundialista que Alemania le borró durante 90 trágicos minutos en su propia casa. Pero si Neymar y el resto de la selección brasileña se encuentran en posición de redimirse es, en buena parte, gracias a Tite.
Desde su llegada al frente de la selección en reemplazo de Dunga, Tite le cambió la cara al equipo, al ganar 10 de los 12 cotejos de la eliminatoria de Conmebol para convertir a Brasil en el primer invitado a Rusia. Más importante para muchos fue la contundencia de esos resultados al finalizar la fase eliminatoria con 30 goles a favor y solo tres en contra.
Tite renovó el plantel – solo siete involucrados en el naufragio de Brasil 2014 estarán en Rusia – y redescubrió el juego ofensivo que Brasil perdió en la cancha de Belo Horizonte en julio de 2014, gracias a la madurez futbolística de Neymar y Philippe Coutinho, ambos de 26 años, Fred, de 25, y el surgimiento de Gabriel Jesús, el brillante delantero del Manchester City de apenas 21.
La capacidad ofensiva de Brasil es tal que, con frecuencia, opaca el orden defensivo impuesto por Tite. Desde su llegada al cargo en junio de 2016, Brasil únicamente ha permitido cinco goles en 21 encuentros, incluyendo un triunfo relativamente redentor de 1-0 sobre Alemania a domicilio en marzo pasado.
Brasil demostró ya su capacidad al clasificarse invicto a Rusia. Pero no cierra todavía las heridas del fracaso en el máximo escenario del fútbol mundial. Es un proceso largo y doloroso y Suiza podría prolongar su convalecencia.
Después de clasificarse al Mundial por cuarta edición consecutiva, el conjunto del técnico Vladimir Petkovic ha navegado por debajo del radar de muchos a pesar de que ganó nueve de sus 10 encuentros de clasificación y de que aparece en el sexto lugar en el ranking de FIFA, apenas cuatro puestos por debajo de su rival del domingo, considerado favorito para ganar la copa.
En busca aparecer en los cuartos de final de un Mundial, algo que no ha conseguido en 64 años, el conjunto suizo espera con ansias el encuentro ante Brasil, al que no se mide en una Copa del Mundo desde el empate 2-2 en 1950.
La fortaleza de Suiza radica en el orden táctico y la versatilidad que le infunde Petkovic al medio campo. La mejor evidencia son los 14 jugadores distintos que marcaron los 23 goles en la etapa eliminatoria. Eso, y las dos victorias en sus últimos tres enfrentamientos con Brasil, le inyectan toda la confianza necesaria antes del encuentro de hoy.
Pero la confianza no está peleada con la cautela, en especial cuando enfrente hay jugadores de la talla de Neymar.
«Desde luego, esperamos que tenga un mal día y nosotros un buen día», dijo el mediocampista Valon Behrami. «Un jugador no puede detenerlo, porque es tan rápido y tan técnico. Tenemos que enfrentarlo como equipo».
Los Andes