La resistencia a la minería en Chubut tiene una razón ambiental, pero básicamente plantea una realidad costo-beneficio que está ausente en aquellos lugares donde la voracidad por hacer caja, excede inclusive a las previsiones lógicas de cualquier gobierno provincial que piense, no solo en ellos mismos, sino también en la sociedad y en qué dejarán para el futuro de sus hijos y nietos.
A partir de la decisión de los intendentes de la meseta central de Chubut de potenciar la minería mediante la activación del Proyecto Navidad, la convocatoria realizada para debatir el tema que ya tienen decidido llevar adelante a instancias del gobierno nacional, padece de un gran problema: no tienen licencia social. Sin embargo esto abrió una nueva caja de pandora en Chubut y se puso sobre la mesa el verdadero beneficio que le dejaría a la provincia, una hipotética autorización para que se practique la megaminería (minería a cielo abierto), prohibida por ley.
De acuerdo a un cálculo efectuado por el diario El Extremo Sur, de Comodoro Rivadavia, la ganancia que tendría Chubut sería de 13 millones dólares anuales, lo cual representa solo el 4% de lo percibido por Chubut en el año 2017 por regalías petroleras ( 313 millones de dólares), pero le reportaría a la nación una ganancia de 42 millones de dólares en el año.
Dichas cifras surgen del análisis de las perspectivas económicas presentadas por el ex ministro de Energía Juan José Aranguren, quien expresó los beneficio que tendría Chubut en caso de habilitarse la megaminería. Es decir, teniendo en cuenta esta prospección, el resultado para nuestra provincia alcanzaría para cubrir menos del 2% de déficit primario fiscal que tiene Chubut, cuyo desequilibrio el año pasado superó los 695 millones de dólares.
Aranguren fue taxativo al remarcar que la Nación obtendría un beneficio económico, de la explotación minera en Chubut a través de la empresa Pan American Silver de 55 millones de dólares y que para esta provincia quedaría poco menos de 13 millones de dólares al año, en concepto de regalías que actualmente son del 3%, correspondiéndole al gobierno nacional, además, el 35% ppor Impuesto a las Ganancias.
En cambio la empresa canadiense gozaría de algunos beneficios extras, como, por ejemplo no pagar el Impuesto a las Ganancias en los primeros tres años del emprendimiento para “compensar” a los capitales productivos por la inversión del montaje de la infraestructura de explotación y tampoco pagarían IG durante el último año de explotación. El tiempo estimado es de 17 años y Chubut no siempre cobraría igual las de por si magras regalías que al final de ese tiempo rondarían los 140 millones de dólares, mientras nación en el mismo período le llevaría algo así como 700 millones de dólares estadounidenses por el cobro del IG, de acuerdo a los datos aportados por Aranguren.
“Polvo, paja y trigo”
Separando los gastos, las inversiones, los costos, el tiempo de gracias que tendría al empresa Pan American Silver para empezar a pagar y el remanente líquido que les queda a nación y Provincia, es obvio que Chubut es un reservorio de oro y plata para la multinacional canadiense y para el gobierno de Mauricio Macri. Quien menos beneficio obtendría es Chubut.
El argumento periférico de que alrededor de la industria minera se mueve una economía alternativa vinculada, es tan relativo como la teoría de Albert Einstein. En general no menos del 80% de la mano de obra sería extraprovincial o extranjera, tal como sucede en Santa Cruz y los insumos mineros las empresas los adquieren de su propia cadena de servicios y compra.
Es decir, ninguno de estos argumentos (regalías y beneficios económicos para la región) seducen al electorado de Chubut. La resistencia social a la megaminería será aún mayor, luego de dar a conocer estos número mínimos, a la par del enorme pasivo ambiental que va a heredar Chubut, si acaso permite la llegada de la minería a la meseta central.
Solo basta ver a Santa Cruz sumida en la pobreza, siendo la provincia donde la minería es más intensiva y que, para rescatar algunos fondos más, los municipios reciben dádivas de las empresas, al igual que el gobierno provincial, a cambio de desistir de la actividad de remediación ambiental, trabajo que para una minera le lleva más de un año de trabajo e ingentes capitales que no están dispuestas a erogar.
Es por este ejemplo tan cercano (Cerro Vanguardia, por ejemplo en Santa Cruz) que Chubut rechaza de plano la megaminería. En cercanías de San Julián jamás serán rellenados los pits abiertos que desde el espacio exterior se ven como pequeñas manchas negras. Estos serán eternos, mientras las “ganancias” se han licuado. No se sabe bien a qué bolsillo fueron a parar porque ni las localidades cercanas como San Julián, abundan en prosperidad, luego de depender tantos años de Cerro Vanguardia, un yacimiento que transita su final y el cual jamás será remediado.
Por todo esto y sabiendo hoy de boca del propio ex Ministro Aranguren, lo que le espera a Chubut en caso de permitir el ingreso de la minería en suelo provincial, es que la toma de conciencia de la población hace posible que el gobierno nacional, ávido de recursos, como antes lo hizo el kirchnerismo, no pueda tener inserción en Chubut y lograr la destrucción ambiental solo con la promesa futuro que no existe, al menos para los chubutenses y solo le reportará beneficio a Pan American Silver y a Mauricio Macri
Agencia OPI Chubut