El contagio interpersonal de Hantavirus es materia de estudio desde hace muy pocos años.
Por primera vez, el contagio persona a persona se describió en un brote que afectó a 16 personas en 1996 en El Bolsón. Y ahora, se presume que el brote en Epuyén se propagó en una fiesta.
En 2006 se publicó un trabajo en la revista especializada Emerging Infectious Diseases, realizado por investigadores del INEI (Instituto Malbrán), el Hospital Muñiz de Buenos Aires, y las Direcciones de Epidemiología de la Ciudad de Buenos Aires y Neuquén, dirigidos por la doctora Paula Padula, en el que se confirmó que la transmisión entre seres humanos se da al menos con dos de las seis cepas conocidas del Andes ( (tal como se llama el hantavirus, que, en Sudamérica, es el mayor causante del síndrome pulmonar por hantavirus).
El contagio interhumano del Virus Andes, probablemente tiene más chances de producirse durante un estrecho y prolongado contacto con una persona infectada y es posible que se transmita través de pequeñas partículas infecciosas en la saliva.
Los expertos recomiendan especial cuidado a las personas que hayan estado en contacto con personas infectadas en lugares cerrados, en casas, dentro de vehículos o algunos ambientes de trabajo.
Una vez producido el contagio, el período de incubación de la enfermedad varía entre los 12 y 27 días.
Los virólogos del Malbrán especulan que la transmisión del virus de una persona a otra se produce, probablemente, durante el estadio inicial de la enfermedad –llamada fase prodómica– o poco después. “Es en esta fase –explicó la doctora Padula– donde se manifiestan los primeros síntomas, indistinguibles de otros cuadros pseudogripales en sus estadios iniciales.
Se caracteriza por la presencia de manifestaciones como fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular, debilidad, decaimiento, náuseas, dolor abdominal y diarrea, entre otras.
El período de contagio más probable es el final de la fase prodrómica y el principio de la fase cardiopulmonar, que es cuando comienzan a manifestarse las complicaciones respiratorias, añadió.
Padula acotó que en América del Sur el número de casos registrados está en considerable aumento, con un índice de mortalidad del síndrome que actualmente ronda entre el 25 y 40%.
No obstante aclara que no se puede hablar de epidemia. “De cada 100 casos, aproximadamente solo uno ocurrió por contagio interhumano”, aclaró.
“La probabilidad es muy baja. En los eventos estudiados la cadena de transmisión nunca excedió los tres eslabones”, manifestó.
Para impedir el contagio se recomienda evitar los contactos estrechos con pacientes enfermos y para el personal medico seguir las normas universales de bioseguridad, entre ellas el uso de barbijo, camisolín, guantes y antiparras.
Cómo fue la investigación
La ruta de transmisión humana del virus requiere una investigación por etapas.
Una vez que se identifica a una persona con los síntomas del Hanta, y siempre que no haya evidencia de exposición a roedores, se indaga si tuvo contacto previo con un caso confirmado, se tienen en cuenta las fechas de contacto, las fechas de inicio de enfermedad, y también se realiza un análisis de la identidad genética viral.
Este análisis consiste en comparar las secuencias del ADN viral obtenido de cada paciente para saber si pertenecen o no a la misma cepa viral.
Por otra parte, estas muestras se comparan con secuencias almacenadas en una base de datos para confirmar de qué área proviene el virus.
Bajo circunstancias particulares, como viajes a zonas endémicas, o de una zona a otra, las posibilidades de transmisión interhumana son más fáciles de comprobar.
Si las fechas de contacto entre las dos personas guardan relación con las fechas de inicio de la enfermedad y si, además, las características genéticas del virus correspondiente a cada caso coinciden, entonces el contagio por transmisión humana se ve confirmado.
Hasta hoy no se han encontrado vacunas efectivas o drogas antivirales para la profilaxis o tratamiento de las infecciones por Hantavirus.
Por ahora, las medidas preventivas son las que permiten ponerle un límite al avance de esta enfermedad.
CyTA/ Instituto Leloir / Diario Río Negro