La aprobación del discutido pacto se produjo por aclamación durante la sesión plenaria presidida por el secretario general de la ONU, António Guterres; la presidenta de la Asamblea General de la ONU, María Fernanda Espinosa, y Naser Burita, el ministro de Relaciones Exteriores de Marruecos, el país anfitrión de la conferencia.
En su intervención, Guterres lanzó un mensaje a los países que se negaron a firmar el pacto, expresaron reservas sobre el texto o pidieron más tiempo, a los que insistió que «no es un tratado» y «no es jurídicamente vinculante», buscando dejar abierta la puerta para adherentes futuros.
El texto, reproducido parcialmente por la agencia de noticias EFE garantiza «el derecho soberano de los Estados a determinar su política de migración y su prerrogativa para gobernar la migración dentro de su jurisdicción, en conformidad con el derecho internacional», dijo el secretario general.
Guterres lamentó asimismo la existencia de «falsedades» sobre el documento y el fenómeno migratorio en general.
La presidenta de la Asamblea General de la ONU, María Fernanda Espinosa, reiteró que el documento es un instrumento flexible que se adapta a las necesidad nacionales de los Estados.
«Es un momento histórico porque damos un rostro humano a la emigración», dijo, antes de subrayar que los Estados «por poderosos que sean, no pueden afrontar el reto migratorio solos».
Quince jefes de Estado, ocho primeros ministros y numerosos cancilleres y responsables tomaron parte en este encuentro que durará dos días.
Algunos países, particularmente los receptores de inmigrantes, como Australia, Chile, Italia, Israel, además de un numeroso grupo de los centroeuropeos se retiraron del pacto en las pasadas semanas y hasta ayer, mientras que Estados Unidos se opuso a él desde el principio.
Para responder a las reticencias despertadas, todos los oradores que hoy tomaron la palabra insistieron en que la soberanía de los estados no se verá de ningún modo disminuida y recalcaron que la migración plantea problemas globales y requiere soluciones globales.
En Bélgica, en tanto, la decisión del primer ministro, Charles Michel, de firmar el Pacto fracturó la alianza del gobierno y el Ejecutivo quedó en minoría en el Parlamento, abriendo una etapa de incertidumbre política.
La ultraderecha europea lanzó en las últimas semanas una fuerte campaña de desprestigio con el objetivo de crear temor en torno al Pacto.
El partido Alternativa para Alemana (AfD), publicó en su página web que el acuerdo es «un programa oculto de reubicación para refugiados económicos y pobres», mientras medios afines en toda Europa estiman que el acuerdo abrirá las puertas a «cientos de millones de inmigrantes».
En Chile, el gobierno de Sebastián Piñera y su decisión de no acompañar el acuerdo fue duramente criticado por la oposición, particularmente el argumento de que «la migración no es un derecho humano», expresado por el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla.
Para el opositor Partido por la Democracia (PPD) en esta decisión el gobierno «contribuye a erosionar el multilateralismo tan importante para Chile».
En su discurso en Marrakesh, hoy, la canciller alemana, Angela Merkel, fue muy aplaudida al asegurar que «la inmigración trae prosperidad» y que el bloque europeo «va a necesitar un mayor número de mano de obra cualificada de fuera» de ese territorio, en una encendida defensa de la emigración y del Pacto.
Fuente: Radio 3