Los cráneos más antiguos de humanos modernos encerraban cerebros alargados, más parecidos a los de los neandertales que a los nuestros actuales.
Las personas que se realizan una prueba genética pueden descubrir cuánto de su ADN proviene de los neandertales. En el caso de quienes no tienen antepasados de África, esa cifra normalmente varía entre un 1 y un 2 por ciento.
Los científicos están muy lejos de comprender qué significa heredar un gen neandertal. Sin embargo, un equipo de científicos reveló este mes que dos elementos de ADN neandertal pueden haber cambiado la forma de nuestros cerebros. El estudio, publicado en Current Biology, da un atisbo a los cambios genéticos que influyeron en la evolución del cerebro humano.
Los neandertales y los humanos modernos son primos evolutivos cuyos ancestros divergieron hace unos 530.000 años. Los neandertales abandonaron África mucho antes que los humanos modernos, y sus huesos han sido encontrados por toda Europa, Oriente Próximo e incluso Siberia.
Antes de desaparecer hace unos 40.000 años, dejaron a su paso señales de sofisticación: lanzas y joyería.
Sin embargo, los científicos se preguntan qué tanto se asemejaban a nosotros. Al medir el volumen interior de los cráneos neandertales, los investigadores encontraron que sus cerebros eran, en promedio, tan grandes como los nuestros, pero no tenían la misma forma.
“Nosotros tenemos cerebros medio redondos”, dijo Philipp Gunz, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Alemania. “Todas las demás espe cies humanas tienen cajas craneanas alargadas”. Gunz y sus colegas estudian resonancias de cráneos para seguir la evolución del cerebro. Los cráneos más antiguos de humanos modernos, de hace 300.000 años, encerraban cerebros alargados —más parecidos a los de los neandertales que a los nuestros actuales.
Los cráneos de humanos modernos de hace 12.000 años muestran que los cerebros se volvieron más redondos. Pero hay un hueco en el registro de fósiles; los siguientes cráneos estudiados por el equipo de Gunz tienen 36.000 años y poseen el aspecto redondo característico de los humanos actuales.
El equipo de Gunz revisó el ADN de 4.468 personas en los Países Bajos y Alemania, buscando más de 50.000 marcadores genéticos comunes heredados de los antiguos neandertales. Compararon las formas de los cerebros de los voluntarios para ver si estaba asociada alguna variante neandertal y destacaron dos marcadores genéticos.
Uno está vinculado con un gen llamado PHLPP1, generalmente activo en el cerebelo de personas con la versión neandertal. Este gen controla la producción de mielina, una manga aislante alrededor de las neuronas que es crucial para la comunicación de largo alcance en el cerebro. El otro está vinculado con un gen llamado UBR4, que en los portadores es menos activo en una región cerebral llamada el putamen. El UBR4 ayuda a las neuronas a dividirse en los cerebros infantiles.
La versión humana moderna de PHLPP1 puede haber producido mielina extra en el cerebelo. Y nuestra versión de UBR4 puede haber hecho que las neuronas crecieran más rápido en el putamen. Simon Fisher, coautor del nuevo estudio en el Instituto Max Planck de Psicolingüística en los Países Bajos, especuló que los humanos modernos evolucionaron poderes más sofisticados del idioma y quizás se volvieron mejores en la fabricación de herramientas.
Ambas cosas requieren que el cerebro envíe órdenes rápidas y precisas a los músculos. Y puede no ser coincidencia que el cerebelo y el putamen sean partes cruciales de nuestros circuitos motores.
Clarín