Tres experimentos llevados a cabo en monos desde el año 2000 mostraron que la espermatogénesis podía funcionar con ese tipo de injerto de tejidos extraídos antes de la pubertad. Pero hasta el momento, ninguna prueba había llegado hasta el nacimiento de un bebé.
Un equipo dirigido por un biólogo de la Universidad de Pittsburgh anunció haber logrado franquear esa etapa y hacer nacer, mediante esa técnica y una fecundación in vitro, una hembra de macaco llamada Grady, en abril de 2018. Su estudio se publica en la revista Science.
El experimento muestra que la idea de conservar tejido testicular inmaduro para ayudar a los niños que tuvieron cáncer a ser padres es creíble. Para las niñas, varios estudios se centran en el injerto de tejido ovárico.
En Pittsburgh, 206 niños y 41 niñas tratados por cáncer han hecho congelar sus tejidos desde 2011 con la esperanza de que esa técnica esté disponible algún día, explicó Kyle Orwig, profesor de la Universidad de Pittsburgh y autor principal del estudio.
«Creo que la tecnología estará disponible para su uso clínico en un plazo de dos a cinco años», dijo, añadiendo que ya se habían entablado conversaciones con los reguladores del sector médico.
En el plano metodológico, la AFP señaló sin embargo un problema relacionado con el estudio, que llevó a los editores de Science a plantearse la posibilidad de pedir una corrección a los autores. Los cinco monos del experimento fueron sometidos a una quimioterapia, pero ese tratamiento no los volvió estériles, reconoció Orwig. Los monos eran infértiles en el momento de los injertos solamente porque habían sido castrados, lo cual es, según los autores, el procedimiento estándar para este tipo de estudios.
Pero, aunque el tratamiento con quimioterapia no se menciona en el estudio publicado por Science, Orwig hablo de él en entrevistas y un vídeo de la universidad, lo cual puede dar la falsa impresión de que los monos se volvieron estériles por culpa de ese tratamiento contra el cáncer.
Consultado por la AFP sobre esa diferencia entre el artículo científico y su comunicación pública, el investigador contestó que eso no cambiaba nada respecto al éxito del experimento, ya que el espermatozoide utilizado para el nacimiento de Grady procedía del tejido injertado.
«Se me olvidó que habíamos decidido no mencionar la quimioterapia en el estudio porque pensábamos que no era pertinente para el experimento, y que eso no tenía ningún impacto sobre el resultado», afirmó Orwig. «Es irrelevante» para el resultado, dijo el profesor Stefan Schlatt, autor de un editorial sobre el estudio en Science. «Pero habría sido más honesto y correcto científicamente mencionar todos los tratamientos en el manuscrito».
Como norma general, los investigadores indican los cambios de protocolo, aunque sean mínimos, en los artículos científicos.
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