El ejemplar prehistórico, de la especie Arctotherium angustidens, pesaba unos 800 kilos y tenía colmillos de seis centímetros.
Hace unos 700.000 años, el mayor carnívoro de Sudamérica era un oso de cara corta, el Arctotherium angustidens. Esta especie procedente del norte dominaba sin competencia en las llanuras de lo que hoy es Argentina. Los ejemplares adultos podían llegar a superar los cuatro metros si se erguían sobre dos patas y pesar 1.500 kilos. Hace ocho meses, paleontólogos argentinos encontraron restos de uno de esos gigantes osos extintos en una cantera de piedra en los alrededores de San Pedro, en la provincia de Buenos Aires.
Se trata de un ejemplar de macho joven, de unos 800 kilos de peso, del que se ha recuperado el cráneo y la mandíbula en un excelente estado de conservación. «Tiene colmillos de unos 6 centímetros de longitud que no presentan el desgaste típico de los animales que llegan a la vejez. Los colmillos son fuertes y puntiagudos, estaban preparados para desgarrar la carne de sus presas. Los molares estaban bien adaptados para destrozar los huesos de otros animales», dice José Luis Aguilar, director del Museo Paleontológico de San Pedro.
El animal fue hallado por operarios de la propietaria de la cantera a nueve metros de profundidad, en una zona que debió ser un humedal o un pantano. «Creemos es que actuaba como una trampa natural. Los animales se acercaban a beber, en el caso del oso puede que a cazar, quedaban atrapados en ese piso barroso y no podían escapar», sugiere Aguilar. Hace años que trabajan en la zona, donde ya han encontrado doce especies distintas de animales prehistóricos, en su mayoría herbívoros.
Leopoldo Soibelzon, investigador del Museo de La Plata y del Conicet, es uno de los especialistas que trabaja con los restos fósiles hallados en San Pedro. «La excepcional preservación del cráneo y la mandíbula nos va a permitir hacer buenas tomografías para estudiar el cerebro y el oído», dice con entusiasmo. A través de la reconstrucción, buscan saber si tenía buen olfato, buena vista, equilibrio y si trepaba a los árboles, entre otros interrogantes.
En 2011, Soibelzon presentó en sociedad el oso más grande del mundo, un Arctotherium angustidens de 4,5 metros de altura en posición erguida y 1.500 kilos. Al medir el húmero, el equipo pudo calcular el tamaño del resto del cuerpo del oso, algo que no ha sido posible en esta ocasión. Ese ancestro prehistórico supera todos los registros de los tiempos modernos, encabezados por un oso polar de 1002 kilos abatido por un cazador en Alaska en 1960.
El Arctotherium angustidens vivió desde hace aproximadamente unos 700.000 años hasta hace 500.000 años. «Fue la especie más carnívora. Después se extingue y comienzan a registrarse otras, en las que hay una tendencia muy clara en la evolución a la reducción de tamaño y a la herbivoría», señala Soibelzon. Como hipótesis plantea que la aparición de otros depredadores, como los dientes de sable y los yaguaretés, provocó una competencia por alimento que influyó en esos cambios registrados en las especies de osos de América del Sur.
El País