Desde el nacimiento de la primera red de tecnología de banda ancha inalámbrica, que tuvo lugar en Noruega y Suecia a fines de 2009, los hechos corrieron a toda velocidad a través de la fibra óptica. Una década después, estamos ante el alumbramiento del 5G, que impulsará todo a una nueva dimensión: la Internet de las Cosas, el mundo hiperconectado.
Corea del Sur, uno de los países más «conectados», lanzó hace horas la primera red nacional de telefonía móvil de quinta generación y, casi al mismo tiempo, una telefónica de ese país comercializó el primer smartphone con esta cobertura, llamada a revolucionar las comunicaciones.
Pero no todo será un camino de rosas: la nueva tecnología todavía debe superar desafíos a nivel global y las dificultades propias de nuestra región, envuelta en una desaceleración de la economía y con temas clave aún por definir, como la asignación de espectros de radio frecuencia, que en definitiva determinará la velocidad pico de transmisión.
Ámbito.com dialogó con José Otero, director para América Latina y el Caribe de 5G Américas, organización sin fines de lucro con sede en Washington, integrada por proveedores de servicios y fabricantes líderes de la industria de las telecomunicaciones.
Periodista: En Argentina hay quejas sobre el 4G, ¿pasa lo mismo en otros países?
José Otero: Quisiera comenzar con una aclaración: no importa cuán adelantado esté, cuánta cobertura o velocidad tenga el 4G, siempre la experiencia de algunos usuarios será negativa. Esto aplica a cualquier país, tanto Argentina como a Estados Unidos. Siempre habrá quejas porque depende muchas veces del operador, su estrategia de mercado y dónde tiene la mayoría de sus clientes. Está claro que si tiene 99% de sus usuarios en un lugar, enfocará su inversión allí y poco a poco invertirá en el 1% restante.
P: ¿En dónde radica el problema?
JO: Escuche a expertos argentinos decir que aquí no hay 4G, eso es falso. Lo que pasa es que una cosa es lo que la tecnología promete y otra es los insumos que hay que darle a esa tecnología para que tenga un buen desempeño. Bolivia, por ejemplo, lanzó el 4G antes que la mitad de Europa, pero en realidad la estructura seguía siendo 3G y no soportaba una mayor cantidad de datos, entonces siguió funcionando igual. Es como tener wi fi en tu casa para conectarte a 1 giga pero con un modem limitado a 20 megas. Para que el 4G funcione muy bien, y próximamente el 5G, no basta con tener las redes. Hay que tener espectro suficiente. mayor densidad de antenas, etc., sino el usuario final tendrá inconvenientes.
P: ¿Cuál será el paso adelante del 5G?
JO: La gran ventaja es que soportará un millón de dispositivos conectados por km2 y permitirá la Internet de las Cosas. Será la digitalización de la economía: se podrá conectar cualquier tipo de aparatos, los vehículos, también todos los dispositivos del hogar. En el campo, será posible ponerle un chip a cada vaca para monitorear su ubicación y su salud. Además baja el nivel de latencia, es decir que demora mucho menos en enviar y recibir información, muy importante en situaciones críticas donde la vida está en juego, como un procedimiento quirúrgico o en zonas de guerra. Pero también en las finanzas, donde la velocidad para manejarse, por ejemplo en la Bolsa, es vital.
P: ¿Cuál será su impacto?
JO: Según las estimaciones, para 2025 habrá cinco dispositivos conectados por ser humano, tres de ellos asociados a la Internet de las Cosas. Pero incluso esos análisis parecen haber quedado desactualizados, porque las cifras serán más altas. Ahora podés tener 50 millones de personas conectadas, pero en ese entonces se pasará de un mercado de 50 millones a uno de 200 millones. La Argentina se volverá del tamaño de Brasil.
P: ¿Dónde apunta el 5G?
JO: A la economía digital. El ser humano no es el objetivo principal, la tecnología está diseñada para los sectores productivos: al transporte, la industria, las empresas. La aparición de nuevos dispositivos será similar al crecimiento de las apps con el 3G. Lo más básico es un dispositivo de 30 dólares para el auto que brinda wifi, servicio de grúa y te avisa en el celular si al vehículo le falta nafta o necesita una recarga de batería. Habrá dispositivos conectados para todo. Será un cambio drástico de paradigma en el que el ser humano pasa a un segundo plano.
Para Otero, «el ser humano no es el objetivo principal del 5G».
P: Pero, en definitiva, terminará beneficiando a los usuarios
JO: Sí, porque en zonas como la Patagonia o el norte del país, donde la densidad poblacional no justificaba el despliegue de infraestructura, habrá necesidad de conectar dispositivos para negocios de la minería o del agro, y al justificarse una red por el retorno de la inversión también se podrán conectar las personas.
P: ¿Qué medidas deberían adoptarse en la región?
JO: En estos momentos nadie tiene un cronograma de asignación de espectros de radio frecuencia publicado. En América Latina y el Caribe hay más de 30 mercados y solo 4 hicieron una hoja de ruta. Los países que saben hacia dónde van son Colombia, Brasil, México y Costa Rica, el resto está esperando decidir qué va a hacer. Pero si alguien va a invertir y no sabe de lo que dispondrá a futuro, esa inversión se va a frenar. También hacen falta medidas que apoyen la adopción de teléfonos: algunos gobiernos dicen que quieren que todo el mundo acceda a la última tecnología y ponen impuestos de importación de 400%.
P: ¿Qué sugerencia le haría a los gobiernos?
JO: Que busquen una forma de agilizar el proceso legal de autorización de infraestructura. Como cada municipalidad tiene sus requisitos, con cientos de municipios los procesos se tornan bastante lentos y costosos. La obra civil, los permisos, las habilitaciones, son lo más caro de todo. La infraestructura representa solo entre 20% y 40% de los costos de instalar una red.
P: ¿Cuándo llegará el 5G a la Argentina?
JO: Todavía estamos a cinco años de que la gente lo pueda usar de forma masiva. Antes de ese plazo quizás haya algún «gran anuncio», pero seguramente no será para todo el público.
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