Hace unos 15.600 años, un humano caminó por las praderas del norte de la Patagonia. El hecho no tendría demasiada importancia si no fuera porque este individuo dejó una huella que ha perdurado en el tiempo y ahora obliga a replantear todo lo que se creía saber sobre la llegada de los Homo Sapiens a América del Sur.
La marca de un adulto de unos 70 kilos que caminaba descalzo la descubrió en 2010 un estudiante de la Universidad Austral durante unas excavaciones en el sitio paleoarqueológico de Pilauco, cerca de la ciudad de Osorno, en la zona centro-sur de Chile. Y los investigadores se han pasado los últimos años descartando que fuera de algún animal, según un estudio publicado en la revista PLOS ONE
“Este hallazgo, junto con la presencia de artefactos líticos en los mismos niveles sedimentarios, podría representar la evidencia adicional de una colonización sudamericana preClovis (teoría del poblamiento temprano del continente americano), como se propuso originalmente para el sitio cercano de Monte Verde (situado a unos 100 kilómetros de distancia”, escriben los arqueólogos.
La evidencia de la población de América del Sur durante el pleistoceno tardío siempre ha sido controvertida, aunque en los últimos tiempos está ganando adeptos gracias a los registros de huellas que son producto de la pisada de un vertebrado (icnitas) que están apareciendo en sitios como La Olla, Pehuen o Monte Hermoso, donde han aparecido decenas de ellas.
La marca de Pilauco presenta unas características particulares que incluyen “un hallux (dedo gordo) distal alargado e impresiones de dígitos laterales borradas por el sedimento”, escriben. “Los resultados demuestran que un humano pudo generar fácilmente una huella morfológicamente equivalente (a la encontrada) al caminar sobre un sustrato saturado en agua (embarrado)”, añaden.
“La huella -indican los investigadores- probablemente fue enterrada rápidamente, preservando su morfología”. Las cronologías detalladas de las que se disponen actualmente “muestran que la presencia humana en el área (del sur de Chile) se puede remontar hasta alrededor de los 15.000 años, con un período de unos 3.500 años de coexistencia con megafauna extinta”, concluyen.
“Esto sugiere una dinámica compleja entre los cambios ambientales climáticos y los producidos por el hombre, que se producen al final del Pleistoceno”, añade. Su análisis se basa en los huesos de animales que se hallaron en la misma zona, incluidos algunos que posiblemente pertenecieron a elefantes, mastodontes y caballos. Todos ellos habrían sido cazados por los humanos.
La Vaguardia