Sumaron 450 jóvenes ejemplares a un bosque castigado por el avance de especies exóticas y las cenizas volcánicas.
Unos 450 arrayanes, delgados y de apenas un metro de alto, fueron plantados recientemente para renovar una arboleda de más de 600 años, castigada por las cenizas de volcanes, como el Puyehue, y acorralada por especies exóticas.
Los ejemplares, que fueron cultivados en el vivero de la Isla Victoria con semillas de la Península de Quetrihué, son los que dan nombre al parque nacional, de 1796 hectáreas.
El proyecto, que en la región de los lagos incluye también la restauración de la ladera sur del cerro Otto, en San Carlos de Bariloche, contó con un financiamiento del gobierno nacional de $1.953.124.
En la reforestación del Parque Nacional Los Arrayanes trabajaron ingenieros, guardaparques y prefectos, coordinados por Adolfo Moretti, jefe del área forestal, y por el intendente del Parque Nacional Nahuel Huapi, Damián Mugica. «Se buscaron semillas que representan la genética de todo el bosque para hacer plantines que vengan a rejuvenecer el lugar», dice Moretti.
Durante la primavera pasada, se trasladaron los plantines de la Isla Victoria al parque en lanchas con asistencia de Prefectura. Sobrevivieron a temperaturas de hasta siete grados bajo cero. «Solo aquí el arrayán forma un bosque de árboles monumentales con más de 650 años de antigüedad», explica Moretti.
«El programa de reforestación desarrollado en este lugar por los equipos técnicos del Arboretum de la Isla Victoria y el personal de terreno del Parque Nacional Nahuel Huapi, con el aporte de los especialistas asociados al proyecto, asegura la implantación de nuevos ejemplares para continuar con el ciclo de la vida iniciado hace más de seiscientos años en ese maravilloso bosque», afirma Eugenio Bréard, presidente de Parques Nacionales. Y agrega: «Los esfuerzos que se realizan se enfocan en complejas estrategias para el control de las especies exóticas invasoras y en los trabajos de restauración de ambientes con plantación de nativas».
Cada temporada, más de 30.000 visitantes llegan al parque en busca de la energía de los árboles. «La gente se abraza a los ejemplares más grandes. Los toca, busca conectarse con su frescura», dice Domingo Núñez, jefe de guardaparques de la zona norte de Nahuel Huapi. «Aquí, los arrayanes adquieren un porte que no tienen en otros lugares de la Patagonia: los troncos tienen más de un metro de diámetro», completa Moretti.
Los centenares de árboles más jóvenes crecen a la sombra de los más antiguos, aquellos que tapan el cielo con sus copas de hasta 15 metros de alto. Pasarán varios años hasta que se pueda recuperar el bosque. «La especie tiene un crecimiento muy lento: un milímetro por año», explica María Celia, guardaparques de la seccional Arrayanes.
La Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación financió la operación para rejuvenecer el parque, junto con otras áreas seleccionadas para un plan nacional de reforestación del bosque andino patagónico.
«La Argentina, al igual que muchos países de la región, sufrió un proceso de pérdida de bosques nativos en las últimas décadas. A partir de la sanción de la ley 26.331, en particular de 2015 a la fecha, la tasa de pérdida de bosques se redujo a la mitad de lo que había sido históricamente», señala el secretario de Ambiente, Sergio Bergman. Y añade: «No obstante, muchas áreas del país requieren la recuperación del bosque en sitios claves. En particular para recuperar servicios tales como la protección de cuencas hídricas [control de inundaciones], recuperación de suelos degradados, control de la erosión, fortalecimiento de corredores biológicos, o para la mejora en la capacidad productiva del bosque nativo».
El Plan Nacional de Restauración se inscribe en la iniciativa Forestar 2030 y apunta a impulsar la recuperación de superficie de bosques nativos en estas áreas críticas. Se identificaron seis zonas prioritarias, y a través de convocatorias abiertas desde el Programa Nacional de Protección de Bosques se financiaron iniciativas de productores, ONG, comunidades, universidades o centros de investigación, para impulsar la plantación de árboles o la regeneración natural del bosque.
Por: María José Lucesole – La Nación