La investigación fue realizada por investigadores del CONICET. Si bien a corto plazo genera arritmias, el consumo crónico mejora la función cardíaca.
Acaba de publicarse un trabajo en la revista Biology Open que reúne los resultados de un equipo de investigadores y becarios del CONICET que constituye la primera evidencia acerca de los efectos del consumo de cannabis a largo plazo sobre la función cardíaca y su relación con el manejo de los niveles de calcio dentro del corazón, según informo el Diario Jornada.
“Nuestro proyecto tiene como objetivo principal caracterizar los efectos que generan en el corazón los fitocannabinoides, es decir los compuestos orgánicos de la planta Cannabis sativa que pueden ser utilizados potencialmente con fines terapéuticos, dado que portan ciertos principios activos que actúan sobre el control del dolor o la modulación del apetito, el humor y el sueño, entre otras cosas”, comenta Paola Ferrero, investigadora del CONICET en el Centro de Investigaciones Cardiovasculares “Dr. Horacio E. Cingolani” (CIC, CONICET-UNLP) y directora del equipo de trabajo. “Se sabe que estos componentes tienen implicancias sobre la función cardíaca y está bastante estudiado lo que ocurre en situaciones de consumo agudo, es decir a corto plazo, donde entre otras cosas puede provocar taquicardia e hipotensión, pero la idea en este caso fue comenzar a describir qué pasa en un tratamiento crónico”, amplía Ivana Gómez, becaria del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) en el CIC y una de las primeras autoras del paper de reciente publicación.
El equipo de expertos centró sus investigaciones en Drosophila melanogaster, la denominada mosca de la fruta, cuyo corazón comparte muchas características con el del ser humano, lo que permite evaluar su comportamiento y extrapolar algunos resultados para predecir qué ocurriría en éste. Ferrero y su grupo tienen vasta experiencia sobre D. melanogaster ya que la han utilizado como modelo para estudiar distintas enfermedades cardiovasculares y particularmente los efectos del consumo de tabaco sobre la función cardíaca.
Las moscas seleccionadas estaban sanas, es decir no eran modelo de estudio de ninguna enfermedad, y fueron divididas en dos grupos. Ambos fueron expuestos durante diversos períodos de tiempo a vapor de cannabis –que contenía los principales fitocannabinoides–, generado a partir de las cepas cultivadas y caracterizadas en el Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIM, CONICET-UNLP).
Uno de los grupos inhaló dos dosis diarias de vapor de cannabis en un plazo de 5 a 8 días, en tanto que el otro lo hizo entre 11 y 13 días. Cumplido ese proceso, se analizó “el comportamiento de las células del corazón, el latido, la frecuencia cardíaca, el índice de arritmia y se evaluó cómo afecta el consumo en comparación con un grupo de moscas control que no habían sido expuestas al cannabis”, cuenta Maia Rodríguez, pasante de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA) y también primera autora del estudio.
Según Gómez, “en el grupo que inhaló cannabis durante menos tiempo lo que vimos se corresponde con los efectos conocidos para un consumo agudo. Eso pudo comprobarse en los experimentos ya que se ve un incremento en el índice de arritmia”. Pero el hallazgo más importante del trabajo es lo que acontece a largo plazo: “Lo que logramos ver en las moscas que estuvieron expuestas entre 11 y 13 días es que se va dando un efecto de acostumbramiento y aumenta la contractilidad del corazón, es decir la fuerza con la que éste se contrae. Un corazón con mayor contractilidad responde mejor a condiciones de estrés, por ejemplo”, apunta Rodríguez. Para las investigadoras esa mayor contractilidad está relacionada con un aumento en los niveles de calcio al interior de las células cardíacas, “lo que permitió tener una idea sobre el mecanismo celular que provocaría ese proceso”.
El trabajo aporta un dato adicional muy importante: el efecto del cannabis sobre el corazón se da incluso en ausencia de los receptores de cannabinoides típicos del ser humano y del resto de los mamíferos, conocidos como CB1 y CB2. “Se sabe que los fitocannabinoides se activan en contacto con estas terminales, pero en la mosca de la fruta no están y el efecto tiene lugar igual. Eso significa que hay otro camino que aún no se conoce ni en la mosca ni en humanos, por el cual los fitocannabinoides están ejerciendo la acción”, subraya Ferrero.
El próximo objetivo del equipo es seguir estudiando los efectos del cannabis con relación a enfermedades asociadas a alteraciones cardíacas, y ya se encuentran trabajando en Parkinson y epilepsia para ver de qué manera la administración de ciertos tipos de fitocannabinoides compensa o mejora esas deficiencias.