Gabriela Urtiaga en el MOLAA (en Los Ángeles, Estados Unidos), Inés Katzenstein (1970) como curadora de Arte Latinoamericano en el MoMA de Nueva York, Ana Longoni (1967) como responsable del área de Actividades Públicas en museo Reina Sofía de Madrid. El arte argentino puede ser marginal en el gran mercado del arte pero hoy hay tres curadoras argentinas proyectadas en tres de los más significativos espacios internacionales. Curadoras: responsables de lo que se exhibe y cómo, de pensar las muestras y darles sentido. El alma de un museo.
Gabriela Urtiaga. Del CCK a Los Ángeles. / Juano Tesone
Son innegables las capacidades personales que cada una de estas curadoras ha sabido desarrollar para conquistar esos espacios, pero la sincronía de sus derroteros es llamativa e invita a reflexionar.
¿Qué es lo que hace de la curaduría argentina algo atractivo a los ojos del mundo?
Ana Longoni. Fue al Reina Sofía de Madrid. / Andrés D’Elia
Algo se hace evidente a la hora de mirar el currículum de las tres elegidas: tienen una sólida formación universitaria en investigación e Historia del Arte. Algo que, de cara a un arte contemporáneo cada vez más complejo, y a las actuales mega-exposiciones que implican meses (y hasta años) de relevamientos, estudios y trabajos de archivo, podría ser un factor a destacar.
Sobre esa base se han asimilado cada una de sus formaciones, para dar perfil singular. Ese que hoy las ubica en distintos puntos del globo, acaso haciendo que en el mapa de las artes, Argentina quede un poquito menos lejos.