La fundación Serving His Children (SHC) instaló en 2010 un centro para el tratamiento de la desnutrición infantil en Jinja, Uganda, donde se practicaba hidratación endovenosa, la oxigenación y hasta se hacían transfusiones de sangre.
Jinja es un nodo para los voluntarios estadounidenses. A orillas del lago Victoria, la ciudad está rodeada de villas rurales en extremo pobres. El sitio es tan popular entre las iglesias evangélicas, de donde cada año viajan muchos jóvenes misioneros, que es el escenario de Kisses From Katie, un best seller entre esos grupos religiosos, así lo informó Telefe Noticias.
«Se cometieron errores y se aprendieron lecciones, pero esos errores y lecciones nunca tuvieron como consecuencia daño a individuos», dijo la misionera a NBC News. Sin embargo, de los 940 niños ugandeses que de 2010 a 2015 pasaron por las camas de SHC, murieron 105.
La documentación interna de SHC reconoce 119 muertes entre 2010 y 2018, pero no las vincula con las prácticas del lugar, según confirmó al canal David Gibbs, abogado de Bach.
Hace diez años, cuando dejó su hogar en Virginia, Estados Unidos, para establecer SHC en Jinja, al este de Uganda, Bach había recibido su diploma de secundario —que había estudiado en su casa, no en un establecimiento público— y un certificado de resucitación cardiopulmonar (RCP). No tenía entrenamiento médico.
Registró sus experiencias en un blog, que ya no se encuentra en línea.
Gibbs, el abogado de Bach, enfatizó a NBC News que su defendida «nunca se presentó a sí misma como médica o enfermera, sino que hizo que el cuidado nutricional que brindaban los profesionales de la salud fuera más accesible para las familias en zonas rurales».
La abogada de derechos civiles Primah Kwagala, directora de Iniciativa Ad Honorem para Mujeres, comenzó un juicio contra Bach en nombre de Gimbo Zubeda y Kakai Annet, las madres de dos niños que murieron en las instalaciones del SHC, Tawali e Elijah.
La demanda alega que Bach operaba una institución médica ilegal, lo cual dio como resultado la muerte de esos dos menores y «cientos» de otros.
Bach lamentó que la publicidad que recibió el caso en Uganda la forzara a regresar a Estados Unidos: «Recibía amenazas de muerte todo el tiempo», dijo a NPR. En 2014 ella obtuvo una licencia sanitaria para su centro, pero al momento de la primera denuncia, en 2015, se había vencido.