Los hospitales públicos y el servicio funerario de Manaos, la capital de la Amazonía brasileña, colapsaron ante el aumento de contagios y muertes por la pandemia de coronavirus, al igual que los cementerios que debieron recurrir a depositar los ataúdes en fosas comunes.
Las cifras oficiales de este miércoles en el estado de Amazonas son de 2.270 casos confirmados y 193 muertes, la segunda peor tasa de infección en el país y una mortalidad por encima del promedio nacional, según el boletín más reciente del Ministerio de Salud.
Desde el brote de la pandemia en esta región, los sepelios se triplicaron y el movimiento en el cementerio más grande de Manaos demuestra que las cifras son mucho mayores que las que recogen las estadísticas del gobierno regional, señaló el propio alcalde, Arthur Virgílio Neto.
Neto advirtió que la capital de Amazonas se encuentra en una situación de «calamidad pública» y que la situación probablemente se agravará en las próximas semanas, para cuando se espera el pico de la pandemia en el país, que ya registró 45.700 infectados y 2.900 muertos, según cifras oficiales de este miércoles.
Con 1,8 millones de habitantes, Manaos concentra cerca de la mitad de la población del estado, donde las condiciones sanitarias en la mayoría de los municipios son precarias y la infraestructura hospitalaria es casi inexistente.
Ya a principios de abril, el 95% de las camas en las Unidades de Terapia Intensiva estaban ocupadas, lo que llevó a movilizar fondos, equipos, profesionales y abrir nuevos hospitales en un régimen de emergencia para tratar de evitar el colapso total del sistema de salud.
En los hospitales de la capital de Amazonas, funcionarios equipados con trajes blancos, máscaras y guantes comenzaron hace algunos días a trasladar sin pausa los cuerpos sin vida de pacientes con coronavirus.
Además, debieron colocar frigoríficos en las inmediaciones de uno de los hospitales para guardar los cadáveres, luego que trascendieran imágenes en las que se veían a pacientes con coronavirus siendo atendidos a escasos metros de los cuerpos sin vida, según informó el sitio de noticias G1 de la cadena Globo.
Desde hace días las excavadoras avanzan en el cementerio para hacer frente al aumento de víctimas.
Ante esta situación desoladora, el alcalde pidió ayuda a países europeos para salvar el estado y la Amazonía que, el año pasado durante meses estuvo en el centro de la agenda internacional ante el aumento de la deforestación y los incendios.
Según Neto, si los habitantes de Amazonas pierden su salario, «no tendrán otra alternativa» que explotar los recursos del bosque tropical, como defiende el presidente Jair Bolsonaro y denuncian las organizaciones medioambientales.
El alcalde también buscó la ayuda de Bolsonaro, quien desde el inicio del brote subestimó a la pandemia en todo el país llamándola “una gripecita”.
El mandatario fue duramente criticado por Neto luego que, al ser preguntado sobre el número aceptable de muertes por Covid-19, Bolsonaro respondiera: «No soy un empresario de servicios fúnebres».
La Amazonia brasileña no es la única afectada, ni por la deforestación ni por el coronavirus.
De hecho, la pandemia llegó a todas las orillas del el río Amazonas, en la triple frontera entre Brasil, Colombia y Perú.
En esas recónditas áreas, el acatamiento de las medidas de confinamiento dispuestas por los países es prácticamente nulo y sus habitantes hoy corren el riesgo de ser diezmados por la enfermedad.
La Organización Regional de Pueblos Indígenas del Oriente de Perú advirtió hoy que se teme que el descontrol de esta región provoque el contagio de los ticunas y los yaguas, dos pueblos nativos que tradicionalmente habitaron este espacio fronterizo de la selva amazónica.
Además, otros organismos ya habían advertido sobre la falta de contención y ayuda a los distintos pueblos originarios de la región y denunciaron que mucha de la información no se comunicaba en los diversos idiomas de sus habitantes.