La vuelta a la nueva normalidad ocupa ahora a los países del mundo que superaron el pico de la pandemia de coronavirus con medidas duras como el aislamiento social prolongado.
Si bien esta medida ha logrado romper la cadena de contagios, sus consecuencias en la salud psicológica de las personas podrían suponer un problema serio.
El psicofisiólogo Yuri Bubéev, vicedirector del Instituto de Problemas Médico-Biológicos de Rusia, advierte que tras un autoaislamiento de 12 a 18 meses aumenta el riesgo de adicción a las bebidas alcohólicas, como lo demuestran los estudios que realizó la institución.
«Después del desconfinamiento se debe esperar un ola de abuso de alcohol. Y debemos estar preparados para hacer frente a este problema», dijo el médico a Sputnik.
Por otro lado, las personas que se refugiaron en los juegos en línea y las redes sociales para sobrellevar el encierro, pueden desarrollar dependencia y volver a la realidad se convertiría en un calvario. Mientras que en las calles la tendencia es a esperar una ola de delincuencia callejera y actos de violencia.
Estudios previos
Bubéev fundamenta sus previsiones en los estudios que lleva a cabo el instituto desde hace más de 50 años.
El experimento más prolongado de 520 días fue el Mars 500 en el que nacionales de Rusia, Francia, Italia y China simularon entre 2010 y 2011 un viaje a Marte.
«Nuestros estudios prevén el confinamiento voluntario, pero lo que sucede ahora es una medida forzada. Por eso hay diferencias importantes en la reacción de la gente. Sin embargo, existen patrones universales de cómo la gente lleva la situación, estamos hablando del estrés, cuyo nivel depende, entre otras cosas, de las condiciones del aislamiento», remarca.
Las situaciones tensas se agravan en las viviendas reducidas, en un mes o dos de confinamiento el conflicto encubierto o disimulado se hace explícito, lo que lleva al aumento de la agresión, la violencia doméstica y el abuso de alcohol, como ya antes lo había denunciado la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según los estudios, el decaimiento psicológico y la falta de contacto social tienen efecto nocivo en el sistema nervioso. La comunicación telefónica e Internet pueden ser insuficientes, lo que da lugar al fenómeno conocido como ‘cámara de eco’, cuando un individuo se pasa el día leyendo cosas que refuerzan sus prejuicios y creencias. Así cualquier información podría desencadenar el pánico y un cambio brusco de la percepción psicológica de la situación.
El negacionismo de COVID-19
Bubéev explicó también el comportamiento de algunas personas que niegan que el coronavirus exista.
«La negación es un mecanismo de defensa psíquica (…) se basa en las ilusiones en las que en algunas personas se manifiestan de forma más expresa. A mí no me puede ocurrir nada malo, es una de esas ilusiones que se mantiene hasta que alguien cercano se enferme o, peor, muera. En este caso el derrumbe del mecanismo de defensa puede llevar a un trauma psicológico grave», sostiene.
El psicofisiólogo indica que los negacionistas necesitan sentirse afectados personalmente para cambiar de posición.
«Hay gente que cree que la Tierra es plana y es inútil explicarles que están equivocados. Cambiarían de opinión solo si volaran al espacio», apuntó.
El mayor peligro son los portadores del virus que no creen en la enfermedad, salen a la calle y contagian a otros y aquí solo ayudan las sanciones y un control fuerte.
Receta para mitigar el confinamiento
El aislamiento social ha llevado a que una familia por primera vez pase junto mucho tiempo. En países como China tras el fin de la cuarentena se dispararon los divorcios.
El experto propone pautas para mantener un clima psicológico sano, como planificar el tiempo y tratar de cumplirlo, dedicarse a algo sin perjudicar al resto de la familia. Si uno necesita trabajar en el ordenador, los otros miembros de la familia también deben tener acceso a la máquina.
Es importante eludir conflictos y expresar sus quejas sin ofender, recomienda.
El coronavirus, dice Bubéev, ha llegado para quedarse. Se le puede comparar con el sida cuyo surgimiento dio lugar a la cultura del sexo protegido.
«Con el coronavirus será igual. Es probable que se de una segunda o tercera ola de la pandemia. Los brotes seguirán apareciendo, incluso cuando se tenga una vacuna, que no será completamente eficaz al igual que las vacunas modernas contra la gripe», sostuvo.
Lo cierto es que mientras persista el riesgo de contagio, la humanidad tendrá que atenerse a las medidas sanitarias.