Si bien el 2020 es un año que exige explicaciones especialmente contextualizadas, algo de la política argentina había comenzado a cambiar antes que se desate la pandemia. El tono firme pero moderado con que Alberto Fernández estrenó su presidencia en diciembre pasado, junto al discurso de apertura de sesiones ordinarias en el Congreso -el cual inicia con una defensa del valor de la palabra y su importancia para la democracia- son una muestra.
Luego, llegó el virus y la necesidad de dar respuestas políticas a lo desconocido y, en un primer momento, proliferaron las metáforas sobre el “enemigo invisible” (Infobae, 21/4/2020) y, más aún, sobre la “guerra contra un ejército invisible” (30/3/20). Al mismo tiempo, comenzaron a desplegarse muestras de coordinación política entre niveles de gobierno, algunos con diferentes identificaciones partidarias, así como esfuerzos de trabajo y puesta en marcha de iniciativas interinstitucionales.
Comenzaban a perfilarse, entonces, dos estilos de resolución de problemas en la Presidencia Fernández, dos maneras de hacer política que el nuevo gobierno tendría la oportunidad de testear. Un estilo confrontativo, de cierta espectacularidad, y un estilo dialógico, discreto, prudente. Y estas formas de hacer política son observables como estrategias en dos casos que funcionan como ejemplos: Vicentín y la Deuda.
La fallida iniciativa Vicentín comenzó con un anuncio (8/6/20) en el cual se informaba la firma del decreto de intervención y se anticipaba el envío de un proyecto de ley de expropiación al Congreso. La propuesta generó un intenso debate público, no pocos rechazos de quienes manifestaron recelo ante el avance sobre un grupo empresario privado, otras tantas adhesiones de quienes veían – al fin- que algo cambiaría, fuertes enojos y grandes esperanzas, todo junto en una Argentina polarizada. Hasta se hicieron comparaciones con la crisis por la Resolución 125 (2008) en un mensaje que tenía algo de intento de prospectiva y mucho de advertencia. Finalmente, y luego de un breve pero agudo recorrido, se derogó el Decreto 522/2020 que disponía la intervención de Vicentín (31/7/2020) en sincronía con fuertes críticas al accionar judicial y respecto a las responsabilidades en la administración y destino de la empresa.
En cambio, la estrategia de renegociación de la deuda argentina, fijada por el gobierno nacional y liderada por el ministro Martín Guzmán, ejemplifica una forma diferente de enfrentar un problema. Puede aducirse que se trata de ámbitos distintos, dado que la renegociación de la deuda implica un trabajo político hacia afuera de las fronteras. Sin embargo, ese proceso también incluye un apartado de política interna y, en definitiva, todo problema político acarrea la necesidad de producir resultados, ya sea a nivel nacional o internacional, y eso siempre es difícil.
El proceso de renegociación de la deuda se apoyó en un reconocimiento que el presidente Fernández expuso en el mencionado discurso ante el Congreso, como segundo aspecto más importante en la caracterización del punto de partida de su gestión – después de la inflación del 53% en 2019. En aquella oportunidad, el presidente dijo “Debemos enfrentar una deuda pública récord en monto y concentración temporal de vencimientos”. En efecto, la renegociación llevada adelante por el ministro Guzmán se concentró no sólo en obtener la mayor quita posible sino también en producir acuerdos sobre plazos de pago sustentables. Es decir, la restauración de la sostenibilidad de la deuda pública emitida bajo ley extranjera, tal como enuncia la ley 27.544 del 12/2/20.
En el marco de ese proceso de renegociación, mientras se hacían las ofertas -y sus prórrogas- para lograr el acuerdo más amplio posible, el ministro Guzmán llevó adelante un trabajo de comunicación que incluyó eventos en línea como el webinar organizado por el ILAS de la Universidad de Columbia, moderado por la prestigiosa politóloga María Victoria Murillo (6/5/20) . También pudimos escucharlo en el panel “Economics of inclusion in a Covid world: policies for a sustainable recovery” (Economía de la inclusión en un mundo Covid: políticas para una recuperación sostenible” junto a funcionarias del Banco Mundial, el FMI y académicas de dos universidades (7/7/20).
En suma, el trabajo de comunicación, diálogo y negociación del ministro Guzmán ha sido una de las muestras de inteligencia política más interesantes de los últimos tiempos. Y no sólo por sus resultados sino también por sus contenidos. En el anuncio del acuerdo sobre la deuda, Guzmán habló de la necesidad de prudencia y estableció una de las claves del éxito en la negociación, el respeto a los intereses de todas las partes. “No existe el acuerdo perfecto, porque si fuera perfecto para una parte la otra no lo aceptaría”, afirmó el ministro.
Es deseable que este tipo de estrategias políticas basadas en la prudencia, el respeto y la firmeza en las convicciones encuentren su predominio en la Argentina, y no sólo en el oficialismo sino también desde la oposición. Tarea fina en un mundo aciago.
POR ANALÍA ORR