De la Patagonia Argentina a la exploración del sistema solar, un comodorense forma parte del centro Jet Propulsion Laboratory de la NASA y participó en numerosos proyectos espaciales. “Cada una no se mide solamente en términos de dinero sino que hay miles de personas involucradas y son años de trabajo”, dice el ingeniero y exliceísta.
«Hijos sois de la Patagonia, no lo echéis en el olvido», la frase liceísta parece hermanar y achicar todas las distancias en la Patagonia. Desde Pasadena, California a treinta minutos de Los Angeles, el ingeniero Guillermo Blando mantiene una comunicación fluida con sus compañeros de promoción del Liceo Militar “General Roca” y les transmite sus sensaciones en el centro Jet Propulsion Laboratory de la NASA.
El comodorense, criado en el barrio Güemes, aporta su conocimiento en la creación, diseño, desarrollo, fabricación y ensayos de estructuras para satélites, naves espaciales, telescopios, sensores y vehículos de exploración utilizados en misiones. “La gente se pregunta por qué gastamos tanta plata en hacer misiones interplanetarias nada más que para sacar algunas fotos. En realidad es mucho más que eso. Cada misión que tenemos desarrolla la tecnología humana en un grado que no se tenía antes. Las empresas privadas se están haciendo cargo de algunas partes de la exploración espacial y el Estado busca expandir esta tecnología que se usa en el día a día. Por ejemplo el GPS y los teléfonos celulares son derivados de la tecnología que alguna vez desarrollaron agencias como NASA o similares”.
Blando es ingeniero mecánico aeronáutico egresado en la Universidad Nacional de Córdoba y master en Sciences in Aeronautics and Astronautics, de la Universidad de Washington, en Seattle. Después de una trayectoria de ocho años en aeronáutica, concursó para un cargo en la NASA donde trabaja desde 2007.
En lo específico el JPL lidera la exploración robótica del sistema solar y se ocupa además de estudios climáticos y geológicos terrestres, y del desarrollo de nuevas tecnologías orientadas.
Las misiones Mariner, Viking, Voyager, Mars Exploration Rovers y Mars Science Laboratory han contado con sondas y rovers que han tocado la superficie marciana a partir de desarrollos del centro. “Hemos realizado una serie de misiones con éxito. Cada una no se mide solamente en términos de dinero sino que hay miles de personas involucradas, son años y años de trabajo. Cuando se dice “mandamos un robot a Marte” se piensa en películas como Viaje a las Estrellas o La Guerra de las Galaxias”, bromea Blando quien dice observar cada lanzamiento con la expectativa que puede representarle un partido de la Selección en un Mundial.
“Hay miles de variables que tienen que funcionar correctamente todas al mismo tiempo para que se tenga éxito. Cada vez que hacemos un lanzamiento nos levantamos a las 4 y estamos comiéndonos los dedos. Miles de cosas pueden salir mal en un lanzamiento: puede explotar el cohete y arruinar años de trabajo y eso es sólo el comienzo”.
El “Perseverance Rover”, parte de la misión “Mars 2020” el satélite más reciente bajará al Planeta Rojo el 18 de febrero. “Será el momento más dramático porque será a una distancia de 55 millones de kilómetros en su punto más cercano donde la sonda tiene que operar automáticamente y entrar en la atmósfera marciana con una órbita predeterminada. Estamos apuntándole a un lugar en Marte que es un campo más chico que una cancha de fútbol. Todo tiene que programarse desde acá y hay gente qué se dedica exclusivamente a poner la sonda en el lugar que tiene que estar. Una vez que llegue allá automáticamente tiene que proceder a descender; pasar por una serie de fases que son complicadas y críticas. Cualquier cosa que salga mal en cualquiera de estas instancias, la sonda no funcionará y se perderían muchos años de trabajo de mucha gente y también dinero. Hasta ahora hemos tenido suerte con un gran equipo de ingenieros incluido el también argentino Miguel San Martín y Raúl Romero”, describió el comodorense.
Hoy trabaja en un proyecto con la Agencia Espacial India, con el satélite Nisar en una misión de relevamiento geológico y climático terrestre. El “Perseverance” lleva siete instrumentos de ciencia y un brazo robótico tomará muestras de rocas y las depositará en un tubo que quedará en la superficie marciana hasta que una futura misión –posiblemente al final de la década- las traiga a la Tierra para su posterior estudio. “Un instrumento novedoso se denomina Moxie, que tomará el dióxido de carbono y extraerá oxígeno. Se hace para demostrar que en el futuro, astronautas en Marte pueden producir oxígeno para sobrevivir”.
Y destacó otra pieza novedosa: un helicóptero drone que lleva en rover en su interior. “Pesa menos de dos kilos y lleva una cámara. Será la primera nave en volar en otro planeta”.
Legado familiar
En la Patagonia, Blando estudió en la Escuela 133 de Plaza Huincul, Neuquén, y se formó en las aulas liceístas siempre como un “adelantado” en la materia y como un estudiante ejemplar, egresado en 1982. Jugó al rugby en Mara, el equipo que identificaba a los estudiantes del instituto militar y es hoy un reconocido difusor de la cultura tanguera siendo parte del movimiento milonguero en Estados Unidos. Proviene de una familia ypefiana en la que sus hermanos, se han destacado en diversos campos. “Jorge es el orgullo de la familia al ser director de laboratorio y parte del equipo del inféctologo Jim Allison que ganó el Premio Nobel por una investigación del cáncer. Y Daniel, el hermano del medio, hace una destacada investigación en Córdoba sobre temas ambientales”. Por iniciativa de amigos un proyecto prevé imponer el nombre de su padre Carmelo a una calle del barrio Güemes, a modo de reconocimiento a su legado familiar junto al de Arturo Canero, exrector universitario y Adolfo Klaña, otros vecinos emblemáticos.
“Tengo muchísimos buenos recuerdos de Comodoro y de todos mis amigos por allá. Estar trabajando en este lugar ha sido una experiencia única en mi vida para mí que vine de la Patagonia y me considero un hijo de esa tierra”.