Massoni debe ser el único funcionario del país que se ha destacado hasta ahora, paradójicamente, por no cumplir las leyes y su insurgencia va desde no respetar el protocolo sanitario contra la pandemia, hasta ingresar a propiedades privadas sin orden de un juez, pasando por los casos de ilegalidades y violencia que le atribuyen a la policía que dirige, o los hechos de corrupción por los que tendrá que responder en algún momento ante la Justicia.
Hay algunos de su cercano entorno, que no lo quieren y lo cuestionan por detrás, que afirman que el controvertido ministro de Seguridad de Chubut se estaría empezando a dar cuenta de que “ha perdido muchísima popularidad” y que su imagen pública “viene en franca decadencia”, pese a los medios adictos a la pauta oficial que lo intentan promocionar, cubriéndole hasta cuando se hace el atleta con los cadetes de la policía o destacando su estado físico mientras lo filman y le sacan fotos desplazándose con los brazos colgado a una pasarela.
Son esos mismos medios que van a destruirlo, cuando Massoni ya no esté en el Gobierno y caiga en desgracia por algunas de esas decenas de causas por las que seguramente tendrá que ir seguido a tribunales, si es que todavía queda un poco de justicia en esta provincia.
En Esquel, ante la inacción de los fiscales –como pasa casi a menudo en Chubut—hay abogados que tienen intenciones de denunciar al polémico funcionario por haber puesto en riesgo la salud pública cuando estuvo allí la semana pasada.
Es que llegó al momento en que alguien del gabinete que integra anunciaba públicamente que había contraído la enfermedad y encima en todo lo que hizo en la ciudad cordillerana violó el protocolo sanitario —paradójicamente—que él le pide que cumpla al ciudadano común.
En Esquel Massoni hizo todo lo que dice el protocolo que no hay que hacer: organizó reuniones de varias personas en donde algunos de los concurrentes –como él—no usaron barbijo y en las que –en algún caso—no se respetó el distanciamiento social. Participó de procedimientos también sin el tapaboca (de hecho la gente le gritaba que se lo pusiera y no les hacía caso) y cuando saludaba a los que venían a su encuentro les estrechaba la mano, en vez de saludar con el codo o el puño cerrado.
Massoni, como ya lo hemos marcado desde este portal de noticias en otras oportunidades, debe pensar que el coronavirus le tiene miedo o que por ser ministro de Seguridad la enfermedad no lo va a atacar.
Horas después, ya en Rawson, se hizo filmar haciéndose el atleta con los cadetes de la policía en un reducto en el que había más de una decena de personas sin cumplir con la distancia social y sin barbijo.
Días antes había estado en Puerto Madryn, de igual manera, sin darle importancia al protocolo sanitario, casi como desafiando a la enfermedad.
Ahora, ¿con qué necesidad Massoni hace todo esto; provocando que otros que andan con él también se expongan a contraer el virus? Hay algunos que hasta creen que es una suerte de rebeldía a las disposiciones que vienen del Gobierno nacional, ¿será así? En los próximos meses se conocerá la verdad, quizás cuando el polémico ministro ya no esté en el Gobierno de su padrino, protector y amigo Mariano Arcioni.