Cuando llovía, la gente solía verlo como un buen augurio. En Nicaragua, Honduras y Guatemala, ahora ven con terror las gotas que caen del cielo.
Después de dos huracanes de categoría 4 este mes, las comunidades de estos países centroamericanos han sido testigos de ríos desbordados por lluvias torrenciales, cultivos destruidos, ganado arrastrado, escuelas inundadas y carreteras engullidas por deslizamientos de tierra. Es probable que a continuación le sigan la muerte, las enfermedades y la pobreza.
Si bien las personas pobres de las zonas rurales han sido las más afectados por la sucesión del huracán Eta y el huracán Iota, las repercusiones de esos ciclones ya se sienten en los centros de poder. En Ciudad de Guatemala, la ira estalló este fin de semana en las calles, donde los manifestantes prendieron fuego al edificio del Congreso, lo que obligó a los legisladores a revertir los recortes presupuestarios a los sistemas de salud y educación ya paralizados del país.
Las consecuencias de estos desastres climáticos continuarán expandiéndose, agravadas por la pandemia de coronavirus. Y puede que finalmente incluso alcancen a países ricos lejanos, a medida que los centroamericanos desesperados y vulnerables por los ciclones huyan al exterior.
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Tres millones de afectados.Tres millones de personas han sido afectadas por Eta e Iota, estima la Cruz Roja, y cientos de miles de personas han sido evacuadas y desplazadas. Hay decenas de muertos y desaparecidos. Añade el covid-19 a las tensiones en los refugios para evacuados que están abarrotados y tienes la receta de otra tormenta perfecta.
«El riesgo de propagación del covid-19 solo aumentará a medida que más busquen refugio en albergues, ya abarrotados con más de 17.500 guatemaltecos por la última tormenta», dijo Miriam Aguilar, representante en Guatemala de la organización de ayuda humanitaria Mercy Corps, la semana pasada.
Desde Honduras, la Dra. María Angélica Milla, que se especializa en nutrición, hizo que su colega le mostrara a CNN un refugio para evacuados improvisado en una escuela en San Pedro Sula. Allí se podía ver a personas sin mascarillas y sin mantener una distancia segura. Había cajas de cartón esparcidas por el suelo, colchones improvisados para tantas familias que lo perdieron todo.
Preocupan posibles contagios de covid-19 en refugios 1:32
Unas 180 personas desplazadas se han refugiado allí, agregó Milla. El coronavirus suele ser la menor de sus preocupaciones. El hambre acecha, dijo. Los niños que dependían de la comida que les daban en la escuela ni siquiera reciben eso, ya que las escuelas han estado cerradas debido a la pandemia y más ahora con los huracanes, dijo.
Necesidades básicas como refugio y acceso a agua potable son las más urgentes para muchos, dijo a CNN el representante de UNICEF en Honduras, Mark Connolly.
Mirza Yolany Valdez, madre de tiempo completo, perdió todo durante el huracán Eta. Ha permanecido desde entonces en la escuela en San Pedro Sula con sus dos hijos, de 3 y 11 años.
«Solo estoy rezando para que Dios me dé fuerzas porque es supertriste ir a casa y no tener nada», dijo a CNN en una videollamada.
Su voz se quebró y empezó a llorar. «Con el primer huracán no pude rescatar nada y ahora con el segundo, menos», explicó.
Fuente: CNN