La escena en el centro porteño se repite hoy, y promete continuar hasta la madrugada del anteúltimo día del año. Como hace 20 días, cuando se dio en Diputados la media sanción al proyecto de ley de legalización del aborto, los alrededores del Congreso están divididos en dos sectores con ideas opuestas. De un lado, los manifestantes en contra de la iniciativa del oficialismo. Del otro, quienes están a favor de la interrupción voluntaria del embarazo legal, gratuita y segura.
Ambos se expresaron ayer durante la tarde y la noche con sus respectivos despliegues de parafernalia celeste y verde, respectivamente, y se preparaban para una larga madrugada, hasta la votación final.
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El «lado verde» estaba tan nutrido como en la tarde del 10 de diciembre. Enormes pantallas transmitían, desde distintos puntos a lo largo de las avenidas De Mayo, Rivadavia y Callao el debate que se lleva a cabo en el recinto del Senado. Las manifestantes lo siguen desde la calle.
En Callao entre Rivadavia y Corrientes, y sobre Avenida de Mayo se formó, al igual que en el primer debate de este año, una especie de feria, donde conviven tiendas de partidos políticos y sindicales, con fuerte presencia del kirchnerismo, el peronismo y la izquierda; agrupaciones feministas de la sociedad civil; puestos de centros culturales, y de venta de comida y artesanías. Había carteles, globos, pancartas y pintadas de La Cámpora, el Frente Renovador, el Frente de Todos, Mujeres Evita, ATE, CTA, el Partido Obrero, el PTS, el Frente de Izquierda, Pan y Rosas, y el MST, entre otros.
Junto al Palacio del Congreso se desplegó un vallado y se instaló un escenario desde el cual, desde las 19, comenzaron a cantarse consignas de las distintas regionales de la Campaña por el Aborto Legal, que estuvo a cargo de la organización de la marcha de hoy, el corolario de años de activismo feminista.
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Las voces de los senadores en el debate emanan desde los parlantes y se superponen con los redoblantes de las agrupaciones, los cantos de los dirigentes con sus micrófonos, los gritos de las manifestantes, y los llamados de los vendedores ambulantes de cerveza y sándwiches. El clima cálido y el olor a choripán enmarcan la postal, que se nutre de más personas a medida que avanza la noche.
«Somos sobrevivientes de los abortos clandestinos», rezaba una de las tantas pancartas desplegadas, en este caso, de la organización social La Poderosa. «Justicia Social es poder decidir», decía otra, del Frente de Todos.
La intersección de la calle Sáenz Peña y la avenida de Mayo fue el punto de transición entre las dos marchas. Allí, quien viniera del lado verde se encontraría con los primeros vendedores ambulantes de pañuelos celestes, y viceversa.
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Del lado «celeste» hay menos gente que en el «verde» y se puede circular, a pie, con normalidad. En lugar de tiendas de arte «abortero» y banderas políticas hay locales de oración y banderas de la Argentina. En lugar de bombos y efusivos gritos, se escuchaban canciones con ritmos alegres y letras como la siguiente: «A las dos vidas hay que salvar, oh, oh, oh, na, na, na.
Marchamos por la vida». También, prédicas de referentes religiosos que se dirigían a los manifestantes de todas las edades, que habían llegado en familia y grupos de amigos.
El acto «celeste» es coordinado desde el escenario por dos animadores, un hombre y una mujer, que arengan a la multitud y plantean consignas como: «Argentina es pro-vida. Todo ser humano tiene derecho a nacer».
De los dos lados hay puestos de agua de AYSA, tiendas de la Defensoría del Pueblo, de la Cruz Roja, y ambulancias del SAME, así como baños químicos.
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«Sigue la vida, aborto no», cantaba un grupo que llegaba a la marcha «Celeste» cerca de las 20 con banderas de la Argentina. La mayoría de los presentes llevaba como panfleto un pedazo de cartulina rectangular de color celeste, sin consignas escritas.
Mientras tanto, la Biblioteca del Congreso estaba empapelada con carteles de consignas «pro-vida» de agrupaciones como la Juventud Pro Vida y Peronistas por la Vida. Algunos llevaban escritos, a modo de presión, los nombres de los senadores que hasta último momento no habían definido su voto.