El presidente electo Joe Biden subirá al escenario para dar su discurso de investidura quizá en el más difícil punto de partida para un presidente desde que Franklin Roosevelt inició su primer periodo presidencial al asegurar a una nación atemorizada por la Gran Depresión que “a lo único que tenemos que temer es al temor mismo”.
Pero los giros idiomáticos memorables como la de Roosevelt son más la excepción que la norma cuando se trata de discursos de toma de posesión.
El ex presidente Barack Obama señala en su autobiografía que el llamativo sombrero de la cantante Aretha Franklin y una falla técnica en la toma de juramento del presidente de la Corte Suprema John Roberts recibieron más atención que su propio discurso en los días posteriores a la investidura del primer presidente estadounidense de raza negra, que fue ofrecido al tiempo que el país se hallaba en medio de una recesión económica y un creciente malestar sobre dos intricadas guerras.
Ahora, ante una aguda pandemia de coronavirus, el incremento de solicitudes de ayuda por desempleo y marcadas divisiones partidistas, Biden enfrenta a momento tenso mientras se prepara para dar un discurso que, de acuerdo con sus asistentes, desea usar para hacer un “llamado a los estadounidenses a la unidad”.
“La situación que enfrenta es absolutamente brutal”, sostuvo Cody Keenan, quien fungió como principal escritor de discursos de Obama y colaboró en sus dos discursos de toma de posesión. Agregó que Biden en muchas formas es ”el presidente perfecto para este momento, porque no es hiperbólico, no es demagogo, se ha rodeado de analistas políticos que de antemano tenían todos estos planes. Pienso que lo vamos a escuchar decir que ‘Aquí es donde nos encontramos, y esto es lo que tenemos que hacer.’ Pienso que va a tener que pasar mucho tiempo antes de que la gente se sienta mejor”.
Con la situación actual que vive el país, la constante atención de Biden en restaurar “el alma de Estados Unidos” podría ser más valiosa para la nación que cualquier discurso esperanzador, según algunos de los aliados demócratas del presidente entrante.
“Es muy posible que esta inauguración sea una que recordemos para las generaciones venideras, debido a la gravedad de este momento”, dijo David Litt, quien se desempeñó como redactor de discursos de Obama y escribió las memorias humorísticas, “Thanks, Obama: My Hopey Changey White House years “. “Pero también creo que es posible que los discursos característicos de la administración de Biden se produzcan en momentos menos esperados y eso sería normal”.
El discurso inaugural es tanto una celebración del traspaso pacífico del poder como el paso inicial para que un presidente nuevo o reelegido presente una visión para la nación. En las últimas presidencias, los discursos inaugurales han seguido una estructura predecible: la nación tiene desafíos, pero hay esperanza de resolverlos si se acepta la agenda del presidente.
Una tradición que se remonta al menos a la inauguración de Jimmy Carter en 1977 es que el presidente entrante ofrezca la gratitud de la nación al presidente saliente, un momento de cortesía destinado a dejar de lado la lucha de la campaña política y señalar a los estadounidenses que es hora de unirse como una nación.
El presidente Donald Trump no estará allí para escucharlo. Ya ha dicho que no asistirá a la inauguración: el primer presidente saliente que faltará a la juramentación de su sucesor desde que Andrew Johnson no asistió a la inauguración de Ulysses S. Grant en 1869.
Fuente: El Nuevo Herald