«Todavía tengo las imágenes en la cabeza de una etapa de montaña donde dejó a todo el mundo en el suelo. Al final de la etapa, llamé a todos los especialistas que conozco y no entendían cómo era posible su rendimiento», añadió el francés. «Algo andaba mal y todos los especialistas me decían lo mismo», prosiguió Verdi.
Estas palabras despertaron la curiosidad del periodista y escritor Antoine Vayer, quien cubrió el Tour de Francia durante más de dos décadas y decidió investigar exhaustivamente esa acusación.
Tras analizar varios videos de archivo de Armstrong durante diferentes competencias, identificó un movimiento que el estadounidense solía hacer en reiteradas ocasiones: cuando tocaba la parte trasera de su asiento, aumentaba su velocidad de forma inmediata.
En otra publicación, con un video en el que se puede apreciar con mayor detalle el polémico gesto de Armstrong, agregó: «También, acaricia tu nalga izquierda mientras pedaleas, tambalearás más rápido».
(FW)»También, acaricia tu nalga izquierda mientras pedaleas, tambalearás más rápido».
(A)Lance Armstrong(A)(FW)
El fraude tecnológico no es nuevo en el mundo del ciclismo. En el 2017, el mismo Verdi reconoció que hacía años se había comenzado a hablar del uso de motores ocultos en la práctica de este deporte.
En el 2016, la cadena estadounidense CBS había levantado la sospecha en torno al equipo británico Sky, uno de los más poderosos del tour profesional, al afirmar que las bicicletas de sus corredores pesaban unos 800 gramos más que las del resto del pelotón.
Eso indicaba que llevaba escondido un pequeño motor, que se activa mediante un botón oculto. El dispositivo -que existe desde finales de la década del 90- no es lo suficientemente potente para impulsar la bicicleta por sí solo, pero sí ayuda a que el desgaste del corredor sea menor. ¿Habrá sido ese otro de los secretos detrás del gran éxito de Armstrong?
Antes de transformarse en una leyenda viva del deporte mundial, Lance se ganó el corazón del mundo entero al superar un cáncer de testículo en fase tres, que había hecho metástasis en el cerebro y los pulmones a fines de la década del 90.
Después llegaron esos siete títulos consecutivos en el Tour de Francia entre 1999 y 2005, algo que nadie más consiguió, pero poco después comenzó su declive.
Las primeras acusaciones de doping llegaron ese año de su última consagración en la prueba francesa. Y se multiplicaron con los años. Durante mucho tiempo, Armstrong mantuvo su inocencia.
En el 2012, la la Agencia Antidopaje de los Estados Unidos (Usada) lo acusó de liderar «el programa de dopaje más sofisticado que ha visto el deporte», lo despojó de todos los logros que había conseguido desde agosto de 1998 y lo suspendió de por vida.