En un anterior artículo periodístico te contábamos lo que le pasó en marzo a Amado Jorge, un sub-oficial retirado que en un viaje familiar olvidó su tarjeta de débito en un cajero de Gan Gan, y terminó en malas manos: en la comisaría de esa localidad.
Los policías de esa dependencia utilizaron su tarjeta para realizar gastos en tiendas comerciales de Puerto Madryn y Trelew, y si no fuera porque pasó a recuperarla su hermano, le hubieran vaciado la cuenta sin ningún problema.
A Jorge casi le da un infarto al ver en el banco la lista de gastos que hicieron con su cuenta bancaria, y con mucha impotencia escuchaba al comisario de Gan Gan tranquilizarlo por teléfono, diciéndole que ellos tenían su tarjeta, mientras paralelamente los subordinados literalmente le saqueaban su caja de ahorro.
La victima hizo la denuncia en el Ministerio Público Fiscal, lo sucedido se difundió a través de este portal y llegó a trascender en medios nacionales. Con mucha bronca, Jorge cuenta que los policías implicados siguen cumpliendo sus funciones en la comisaria, lo que nos permite inferir que Castro no ha tomado ninguna medida contra esos uniformados corruptos y les permite seguir trabajando como si nada, con el riesgo de que vuelvan a hacerle lo mismo a otra persona.
También se queja de que no ha habido ningún avance en la investigación. Pero claro, qué avance va a haber si el encargado de investigar es Jorge Miquelarena, amigote del poder.
Lo peor es que se sabe quiénes son los autores del delito, cuándo lo hicieron, cómo lo hicieron y donde están. Pero sin embargo, el Ministerio de Seguridad les permite a estos sujetos seguir desempeñándose como policías y la fiscalía de Miquelarena no los investiga. ¿Qué otra cosa en el mundo puede generar más impotencia que un escenario así?
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