El caso sucedió en las últimas horas en un barrio cercano al centro de Trelew; una ciudad que desde hace tiempo viene siendo abrumada por los hechos de inseguridad ante la inoperancia de la policía y la desidia de Miguel Castro, el ministro de Seguridad de Chubut al que desde que asumió al frente de esa cartera, reemplazando al narcisista Federico Massoni, no se le cayó ni una idea para contrarrestar el accionar delictivo en Trelew ni en el resto de la provincia.
Castro se va a ir dentro de poco de la función pública, señalado como otro de los que se sirvió del Estado para hacerse millonario y para “acomodar” a familiares y amigos. En el tiempo en que estuvo de funcionario responsable de originar políticas que le dieran seguridad a sus comprovincianos lo único que hizo fue entregar algunos patrulleros.
En Trelew se ha acrecentado inquietantemente la cantidad de delitos, sobre todo los que son contra la propiedad y los que ponen en riesgo la vida de las personas, como los asaltos a mano armada; y lo indignante es que pareciera que la policía no hace nada para cambiar esta situación: son muy pocos los casos que se esclarecen y por otro lado se ve –claramente—que no hay una estrategia para prevenir el accionar delictivo. Les están robando hasta al lado de las comisarias y lo único que hacen es tratar por todos los medios –seguramente por indicaciones del propio Castro– que eso no salga en la prensa.
Pasa lo mismo en Puerto Madryn, en Comodoro y en Rawson, por mencionar algunos de los lugares en donde la delincuencia se está haciendo un verdadero “festín”.
En este contexto pasó lo de la noche del viernes en Trelew, en el barrio Los Olmos, en donde el dueño de una vivienda se trenzó en lucha con un ladrón que irrumpió en su propiedad y usando un machete le cortó un dedo de la mano izquierda y le produjo graves heridas en otros tres.
El delincuente al verse herido escapó del lugar, el hombre lo persiguió y a las pocas cuadras –dicen con la ayuda de circunstanciales transeúntes—logró detenerlo, luego llamó a la policía.
El “efecto Castro”; el de la inoperancia, el de la falta de compromiso con la sociedad, va a terminar provocando que la gente cansada de ser blanco fácil de los malvivientes empiece a hacer justicia por mano propia. Ojala que no.