En el Gran Buenos Aires, largas colas se forman ante la propuesta de empresas que ofrecen criptomonedas y pesos a cambio de escanear el iris de los ojos. La controversia surge por la incertidumbre sobre el uso de los datos biométricos personales y la posibilidad de intercambiarlos por beneficios económicos.
La empresa Worldcoin lidera esta iniciativa, convocando a la población a escanear sus ojos en lugares como el Bar Constantine en Monte Grande y el Club Re en Quilmes Oeste. A través de la aplicación World App, los usuarios pueden acceder a criptomonedas, que posteriormente pueden cambiar por dinero.
La venta de datos biométricos ha generado preocupación en el gobierno de la provincia de Buenos Aires, cuestionando el propósito de la recopilación de datos y la falta de claridad en los contratos de adhesión. La empresa defiende su procedimiento, asegurando que no vende ni monetiza los datos escaneados.
El fenómeno no se limita a Argentina; en España, la Agencia Española de Protección de Datos ha ordenado la suspensión de operaciones de Worldcoin, planteando inquietudes sobre la privacidad de los usuarios. Francia, Alemania y Kenia también investigan las actividades de la empresa.
La subsecretaría provincial realizó una fiscalización en la sede de Worldcoin en Pinamar, buscando información sobre el uso y circulación de datos personales para proteger los derechos de los consumidores bonaerenses.
Especialistas en ciberseguridad alertan sobre los peligros de vender datos biométricos, indicando que podrían ser utilizados para rastrear y perfilar a personas en plataformas virtuales, alimentando bases de datos de inteligencia artificial.
La controversia se remonta a agosto de 2023, cuando la Agencia de Acceso a la Información Pública recibió una denuncia por posible violación de la Ley Nacional de Protección de Datos Personales. La empresa se comprometió a cooperar con el Gobierno, pero la falta de claridad persiste.
Mientras la polémica crece, la sociedad se divide entre la preocupación por la venta de datos personales y la aceptación de prácticas que, según algunos, ya son comunes en otras plataformas. La protección de la privacidad y la regulación de estas prácticas emergentes se presentan como desafíos cruciales.