En su discurso de cierre de campaña, Kamala Harris reconoció que el país está dividido entre ella y los votantes de Trump, pero aseguró que no tiene por qué ser así.
Según publicó The New York Time, martes por la noche atacó al expresidente Donald Trump calificándolo como una persona incapaz para el cargo, la vicepresidenta Kamala Harris vinculó su argumento con las preocupaciones económicas que mueven a muchos votantes estadounidenses.
Durante casi una década, los demócratas han intentado presentar a Donald Trump como una aberración de las normas democráticas y las tradiciones políticas del país. Para Hillary Clinton en 2016, Trump estaba ejecutando “un ataque sin precedentes” contra la democracia estadounidense. Cuatro años después, Joe Biden argumentó que Trump había erosionado “el alma de la nación”.
Y ese también fue el tono que usó la vicepresidenta Kamala Harris cuando el martes por la noche, mientras estaba en el lugar del discurso más infame de Trump donde incitó a sus partidarios a asaltar el Capitolio, intentó —en su tercera campaña presidencial— unificar a la nación contra él.
Calificó a su oponente como un “tirano mezquino”. Como un presidente destituido que busca volver al “poder sin restricciones”. Y como un delincuente convicto decidido a perseguir a sus enemigos políticos y a mantener a los estadounidenses “divididos y temerosos unos de otros”.
Y, sin embargo, envueltos en esos puntiagudos ataques estaban los signos de un cambio de enfoque. Más que ninguno de los candidatos presidenciales demócratas que la precedieron, Harris trató de equilibrar lo existencial con lo cotidiano, entrelazando su argumento con las preocupaciones económicas que movilizan a muchos votantes estadounidenses.
“Esto es lo que les prometo: siempre los escucharé, aunque no voten por mí”, dijo. “El primer día, si fuera elegido, Donald Trump entraría a ese despacho con una lista de enemigos. Cuando sea elegida, yo entraré con una lista de cosas por hacer”.
Su planteamiento equivale a admitir tácitamente una realidad política ineludible. Trump no es una figura marginal. Los atronadores aplausos en el Madison Square Garden el domingo por la noche, no solo para Trump sino para algunos de los actos más oscuros que lo precedieron, ofrecieron un vívido recordatorio de que se ha convertido en el alma del Partido Republicano. Gane o pierda el próximo martes, casi la mitad de la nación ya lo apoya.
En los últimos días de su campaña, Harris intenta separar al hombre de su movimiento. Atrás ha quedado enmarcar a los republicanos como “MAGA extremos”, la frase de ataque adoptada por Biden durante las elecciones intermedias de 2022. En su lugar, en mayor o menor medida, Harris tiende una mano abierta a los republicanos que pudieron haber votado por el expresidente en el pasado.
Ha viajado por los estados más disputados para celebrar actos con republicanos, incluida la exrepresentante Liz Cheney, líder conservadora de Wyoming quien es una de las opositoras más fuertes a la campaña de Trump. Ha prometido nombrar a un republicano en su gabinete. Su campaña ha hecho una serie de llamamientos directos a quienes votaron anteriormente por Trump, recordándoles que nadie más ve lo que ocurre en la intimidad de la cabina electoral.
Algunos en el Partido Demócrata —incluido quien vive en la Casa Blanca— aún parecen estar considerando este nuevo enfoque. Justo antes de que subiera al escenario, el presidente Biden pareció referirse a quien apoya a Trump como “basura”, en un llamado de campaña que rápidamente tuvo repercusiones en internet y que fue aprovechado por los republicanos y el propio presidente no tardó en tratar de aclararlo en las redes sociales. Biden dijo que solo se refería al comediante que dijo que Puerto Rico era una “isla de basura” durante su participación en el mitin de Trump celebrado el domingo pasado.
Harris se ha esforzado por evitar cualquier confusión de este tipo. Cuando le preguntaron en una entrevista con Fox News este mes si los votantes que apoyaban a Trump eran “estúpidos”, Harris respondió: “Oh, Dios. Nunca diría eso del pueblo estadounidense”.
Trump, dijo, es “quien tiende a rebajar, menospreciar y empequeñecer al pueblo estadounidense”.
Sin embargo, aunque Harris tacha a Trump de divisivo, lo ha situado en un marco político mucho más tradicional de un político desconectado y rico.