La figura más destacada del partido entre Rosario Central y Racing fue Pablo Dóvalo, por su polémico arbitraje.
Según publicó Clarín, la tarea del referí de 48 años, que dirigió 26 veces a Barracas Central entre 2020 y 2024, fue «bochornosa» Pocas veces se vio un arbitraje tan parcial a favor del equipo de Claudio Fabián Tapia, el presidente de la AFA.
Las especulaciones que se habían tejido en la previa, cuando hizo ruido la designación de este diseñador gráfico de profesión, se confirmaron en el desarrollo de un partido que la Academia ganó por su jerarquía –y por los errores no forzados del arquero Rafael Ferrario-, pero que sufrió por los fallos de Dóvalo.
Fueron a disputar la pelota y se cruzaron Maravilla Martínez con Rodrigo Insúa 💥
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— TNT Sports Argentina (@TNTSportsAR) November 6, 2024
Hubo algunas situaciones muy puntuales. En el primer tiempo, cobró una infracción inexistente de Maximiliano Salas, que se sacó la marca de encima lícitamente, cuando el “7” bravo de Racing estaba a punto de quedar mano a mano con Ferrario.
En comienzo del segundo tiempo, Rodrigo Herrera cruzó a Agustín Almendra en la mitad de la cancha y terminó con una lesión en el tobillo derecho. Iban cinco minutos y el autor del primer gol tuvo que pedir el cambio. Lo reemplazó Bruno Zuculini. Para el Dóvalo, esa acción no ameritó la tarjeta amarilla.
Hubo otro grosero error del árbitro, que no expulsó a Rodrigo Insua por una agresión sin pelota sobre Adrián Martínez. El hijo del técnico le aplicó un puñetazo por la espalda a Maravilla. Dóvalo solo se llevó los dedos a las sienes al grito de “piensen”. El VAR no lo convocó para advertirle que tenía que aplicar la tarjeta roja.
Las equivocaciones de Dóvalo no terminaron ahí. Hubo una patada criminal de Maximiliano Puig sobre Salas que el árbitro no consideró infracción ni amarilla. Era una jugada para roja directa. O, mínimamente, para ser revisada en el VAR.
Y tampoco quedó clara la posición adelantada de Santiago Solari en lo que hubiera sido el tercer gol de la Academia. Pareció que Carlos Sánchez quedó enganchado. El asistente 2, Juan Delfueyo, levantó muy rápido la bandera. En la transmisión no se tiraron las líneas.
Frente a los monitores en Ezeiza estaba Lucas Novelli, uno de los preferidos de la conducción de la AFA, que en los últimos años protagonizó varios escándalos en la segunda y tercera categoría, especialmente en partidos que beneficiaron a Deportivo Madryn y Alvarado de Mar del Plata. Fue el árbitro que definió el ascenso entre Güemes de Santiago del Estero –equipo afin a Pablo Toviggino, mano derecha de Tapia- y Villa Mitre de Bahía Blanca.
Dóvalo recién amonestó a un jugador local a los 37 minutos del segundo tiempo. Fue Lucas Brochero. A 4 del final, Nicolás Demartini también fue amonestado. Ambas fueron por sendas infracciones. A esa altura, el partido estaba liquidado, claro.
Dóvalo ya había protagonizado un escándalo el 6 de marzo, cuando dirigió Barracas Central-Independiente en la cancha de Huracán. Esa noche, no expulsó a Alexis Domínguez por un planchazo sobre Iván Marcone. “Si lo agarra, lo parte”, le había dicho Lobo Medina, otro juez de la casa, desde el VAR. Carlos Tevez, quien por entonces era el técnico, lo acusó de “robar”.
Esa misma dupla, Dóvalo-Lobo Medina, coincidió en otro increíble partido que Barracas Central le ganó 5 a 3 a Sarmiento en Junín. Fue el 4 de febrero del año pasado, cuando no cobró un alevoso penal de Francisco Alvarez, un manotazo grotesco en el área del equipo de Chiqui. También, le anularon un gol al conjunto verde.