Impacto en la industria pesquera. El advenimiento de una nueva administración en la figura del Sr. Donald Trump, luego de una contienda electoral resuelta con indiscutible contundencia, constituye un punto de inflexión en la trayectoria política y económica de los Estados Unidos.
A medida que la investidura traza los primeros pasos, la dialéctica proferida durante su campaña adquiere un carácter práctico, revelando con mayor nitidez las coordenadas ideológicas que guiarán su gestión.
El ordenamiento socioeconómico estadounidense se distingue por una dinámica de gran movilidad, aunque paradójicamente convive con enclaves de rigidez estructural en determinadas esferas del tejido social.
En este contexto, se torna manifiesto que la incidencia de un mandatario sobre la política exterior suele ser más expedita que su capacidad de reformular los cimientos internos del país. Históricamente, la narrativa política ha tendido a esbozar la figura de un «otro» antagonista, un «eje del mal» sobre el cual proyectar las tribulaciones del orden nacional e internacional.
En la coyuntura actual, China encarna ese rol hegemónico, merced a una política de contención en el consumo, una prodigalidad en la inversión y un notable impulso en la actividad productiva. A juicio de la administración entrante, tal modelo menoscaba la estabilidad financiera estadounidense, acentuando el nivel de endeudamiento y erosionando su primacía económica y simbólica.
En paralelo, Irán y Corea del Norte permanecen en la cartografía de antagonismos, mientras que la posición de Rusia permanece en la penumbra de la incertidumbre, especialmente en tanto no se disipen las consecuencias del conflicto ucraniano. En este contexto, Argentina aún debe resolver problemas internos estructurales que impiden un mercado libre de comercio y una industria para nada competitiva, por tecnología y por valores monetarios adversos.
En la trama de la economía globalizada, un mismo agente puede desempeñar papeles contradictorios según la esfera de análisis. La administración Trump parece soslayar esta complejidad en su discurso.
En términos macroeconómicos, el saldo externo de una nación es reflejo de su ahorro interno agregado: aquellos agentes que acumulan excedentes de ahorro deben, por necesidad, canalizarlos hacia la inversión, ya sea en activos financieros o en infraestructura productiva.
La preeminencia del dólar como vértice del sistema financiero mundial ha permitido a los Estados Unidos sustentarse sobre un flujo ininterrumpido de ahorro externo.
En este contexto, Argentina, con un férreo cambio de paradigma desde diciembre de 2023 con una clara impronta en eliminación del déficit y buscar un modelo sustentable sin emisión monetaria espuria.
Derriba hasta el polvo el modelo de endeudamiento estatal para financiar actividades privadas, por un modelo exactamente al revés; un Estado con producción de argendólares hacia un cenit histórico, con un aumento en la calificación crediticia y, su lobby que trabaja incansablemente para que el BCRA habilite préstamos en dólares a consumidores y productores de no transables.
Tómese nota, de aquí en más el Estado se corre de su posición de mayor endeudable para transferir ese delicado artilugio al sector privado, con consecuencias complejas a futuro.