En Camarones, Chubut, se celebró el Tercer Encuentro de Senderismo del Parque Patagonia Azul, una propuesta que ya se consolida como una de las más atractivas del calendario turístico y ambiental del sur patagónico.
Participaron más de 25 personas, entre vecinos y vecinas de Comodoro Rivadavia, Puerto Madryn, Trelew, Camarones y hasta hubo gente de Buenos Aires, quienes llegaron especialmente para caminar la costa salvaje y conocer de cerca los ecosistemas únicos que la región resguarda, según publicó El Chubut.
«Nos tocó, por suerte, muy lindo clima, una brisa templada y ambos días fueron mayormente soleados», cuenta María Mendizábal, responsable de Desarrollo Turístico del Proyecto Patagonia Azul. «En el portal Bahía Bustamante hicimos un trekking de 15 kilómetros bastante largo, entre marismas hasta el Arroyo Marea. La idea es venir acá y descubrir lo que es la intermareal, la ría, la marisma, y asombrarse por esta cantidad de aves playeras que solo se pueden encontrar en esas playas».
«La verdad que el encuentro estuvo buenísimo», remarcó María. «Esto hizo que después vayan a Camarones a alojarse y también obviamente a los campings, y puedan, además, deleitarse con la gastronomía local».
La segunda jornada tuvo lugar en el portal Isla Leones, donde se recorrió el Cañadón de la Costa. «Fueron 8 kilómetros y mucho más tranqui fue la caminata, menos tiempo, y el día estaba hermoso. Nos levantamos ese día todo gris y de repente salió el sol para poder disfrutar, ya que es abril y se necesita un rayito de sol cada tanto», relata.
El almuerzo fue en el refugio Yuli, otro de los espacios pensados para el descanso del caminante: cocina, comedor, anfitriones que cuentan la historia del lugar y del proyecto, y vistas abiertas al horizonte costero.
Los campings de Patagonia Azul—Cañadón del Sauce, Bahía Arredondo y Arroyo Marea— están abiertos y disponibles para quienes quieran pasar el día o quedarse a dormir. «Son libres y gratuitos, y sin reserva, por orden de llegada. Es una muy buena opción para seguir conociendo esta costa y la fauna que se ve, que es principalmente aves playeras y marinas», explica Mendizábal. «Además, en una de las salidas logramos ver, frente a la costa de Camarones, dos soplos de ballena franca austral que ya empezaron a pasar por la zona en dirección a Península Valdés».
Semana Santa en clave natural
Con los senderos marcados, el clima todavía amable y los refugios en funcionamiento, Semana Santa es una invitación a caminar Camarones. Es la oportunidad de reconectar con un paisaje indómito, de dejarse llevar por los ritmos del viento y del mar. No hace falta ser un experto: basta con las ganas de caminar, observar y dejarse sorprender por una geografía que no se parece a ninguna otra.
Comer local
Y para quienes lleguen hasta Camarones en estas fechas, hay algo que no puede faltar: sentarse a la mesa. La oferta gastronómica local ha crecido, sumando propuestas frescas y muy ligadas al lugar.
Huella Azul, frente a la Plaza San Martín, es un emprendimiento de Micaela y Enzo, vecinos de Camarones que soñaban con abrir un lugar donde se crucen la comida, la música, el arte y los productos locales. Lo lograron: en una casa antigua restaurada —con sus pisos originales y un mural de artista local— hoy se sirven cervezas artesanales, comidas caseras y productos de emprendedores del pueblo. Cada tanto, hay shows en vivo y encuentros culturales.
La Matera es otra de las incorporaciones recientes. Abre desde temprano y ofrece desayunos, meriendas y almuerzos que van desde medialunas y café hasta pizzas caseras, hamburguesas y platos hechos con ingredientes locales. Ideal para pasar por algo rico, sin apuro y con buena onda.
El histórico Comedor Camarones, de la entrañable “abuelita” Deonilda, mantiene su lugar en el corazón del pueblo. Allí se sirven milanesas generosas, guisos de lentejas, canelones y otros platos bien caseros, en un ambiente que se siente como estar en casa.
En sintonía, Alma Patagónica sigue siendo el emblema local, con su menú de pescados y mariscos, su excelente carta de vinos y su estética cálida en una casa antigua perfectamente ambientada.
Otra de las opciones posibles es el restaurante del Hotel Indalo Inn, que ofrece carnes, mariscos y una carta variada, ideal para cerrar el día con una buena cena.