Despidieron Papa en Roma. Lideres mundiales y miles de fieles católicos se congregaron este sábado en la Plaza de San Pedro para despedir al papa Francisco, fallecido el lunes pasado a los 88 años.
En una ceremonia marcada por la emotividad y los homenajes a su legado de humildad y cercanía, Jorge Mario Bergoglio fue recordado como «el Papa del pueblo».
Alrededor de 250.000 personas asistieron al funeral en la plaza vaticana, mientras decenas de miles más se alinearon a lo largo del recorrido del cortejo fúnebre. Entre aplausos y gritos de «¡Papa Francesco!», el sencillo ataúd de madera fue trasladado en uno de sus antiguos papamóviles hacia la Basílica de Santa María la Mayor, donde ahora descansa.
La misa fue presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, quien pronunció una homilía cargada de emoción. Re describió a Francisco como un líder de «corazón abierto hacia todos», que supo comunicarse con los más pequeños y necesitados, siempre con un estilo sencillo y espontáneo.
«Fue un pastor que nunca olvidó a los migrantes, a los pobres, a los excluidos», recordó Re, provocando un espontáneo aplauso de la multitud. Destacó, además, los gestos simbólicos del pontífice, como la misa en la frontera entre Estados Unidos y México, o su visita a un campo de refugiados en Lesbos, de donde se llevó personalmente a 12 migrantes.
El funeral no sólo reunió a presidentes, reyes y príncipes, sino también a migrantes y reclusos, quienes recibieron el féretro en la basílica. Un reflejo de la visión pastoral que Francisco defendió hasta el final: una Iglesia de puertas abiertas, cercana a «los más periféricos de las periferias».
Tras el recorrido de seis kilómetros por las calles de Roma, el sepelio se realizó en una ceremonia privada dentro de la Basílica de Santa María la Mayor, acompañado únicamente por decenas de cardenales, en un gesto de sobriedad que caracterizó su papado.
Con esta histórica despedida, el mundo rinde homenaje a un Papa que transformó la manera de ejercer el pontificado, llevando la fe católica a los márgenes y dando voz a quienes, por demasiado tiempo, permanecieron en el olvido.