Reynaldo Bergoglio. En una de las playas más concurridas de la Patagonia, vive un familiar del Papa Francisco a quien los clientes y vecinos consultan por su parentesco de manera frecuente.
A pesar del poco contacto, las consultas le provocan una mezcla de orgullo y timidez. «Gracias a Dios, mi local viene muy bien porque ya tenemos 10 años de existencia con mucho trabajo en el verano», valoró Reynaldo, según publicó ADNSUR.
En Las Grutas (Río Negro), Reynaldo Bergoglio desarrolla su trabajo en una óptica de la ciudad con un mayor flujo laboral durante el verano por la enorme cantidad de visitantes que disfrutan de una playa extraordinaria.
Acorde a la especificidad de su local, atiende a sus clientes con dedicación y sencillez pero su apellido lo conecta con una de las figuras más influyentes del mundo: el Papa Francisco.
«Jorge Bergoglio es el primo de mi abuelo pero no tuve contacto con él. Muchas personas que vienen me preguntan por el parentezco», precisó Reynaldo.
Además, reconoció que muchos clientes y vecinos le suelen consultar por el parentezco lo que le provoca una mezcla de orgullo y timidez al mismo tiempo.
Reynaldo explicó que los Bergoglio son una familia dispersa con raíces en Córdoba.
Reynaldo mantiene un perfil bajo y se dedica a trabajo y su vida en Las Grutas donde construyó su hogar y su negocio que tiene una alta demanda en estos meses de verano.
En ese sentido, subrayó «durante la temporada hay mucho movimiento y fue impresionante cómo estuvo Las Grutas este verano», en referencia al turismo que llena la localidad en esa época del año.
Aunque no busca protagonismo, Reinaldo no deja de sentirse parte de una historia más grande.
«Gracias a Dios, todo marcha bien porque el local ya tiene 10 años de existencia», dice al ser consultado sobre su negocio, demostrando que, más allá del apellido, lo que importa es la honestidad y el esfuerzo diario.
Si bien los caminos entre Reinaldo y el Papa Francisco transitaron por caminos distintos; hay un hilo conductor entre los vínculos familiares -a través de los abuelos- que suelen marcar el sentido profundo de la existencia y la proyección de las vocaciones.
Mientras uno ilumina vidas desde su óptica en Las Grutas, el otro guió a millones desde el Vaticano. Dos Bergoglio, dos historias, pero un mismo apellido que los une en la distancia.
EL ADIÓS AL PAPA FRANCISCO
El pontífice argentino murió en su residencia de la Casa Santa Marta del Vaticano, en un lunes de Pascua signado por el luto para el mundo católico.
Tenía 88 años y sus últimos días estuvieron marcados por un progresivo deterioro de su salud, que incluyó dos episodios de insuficiencia respiratoria aguda en horas recientes, según informó oficialmente el Vaticano.
Su pontificado había iniciado en marzo de 2013, cuando fue elegido como el primer papa latinoamericano. Su liderazgo estuvo marcado por un impulso de renovación dentro de la Iglesia, con ejes en la inclusión, el diálogo interreligioso, la preocupación por la crisis ambiental y el compromiso con la paz.
LAS ÚLTIMAS HORAS
Este martes, Voceros de la Santa Sede indicaron que el domingo Bergoglio descansó por la tarde y cenó sin problemas, pero a las 5.30 del lunes aparecieron los primeros síntomas del malestar. «Una hora después, tras saludar a Massimiliano Strappetti (enfermero), tumbado en la cama de su piso en la segunda planta de la Casa Santa Marta, el Pontífice entró en coma», señaló el escrito.
En este marco, quienes estuvieron a su alrededor destacaron que «no sufrió» y que todo «sucedió muy rápido». Y agregaron: “Una muerte discreta, casi repentina, sin largas esperas ni demasiado clamor para un Papa que siempre había mantenido su salud en gran secreto”.