La intervención monetaria permitió que el Banco Central vendiera u$s 678 millones, ubicándolo entre las mayores cifras desde 2003.
El gobierno de Javier Milei llevó al Banco Central de la República Argentina (BCRA) a realizar ventas por u$s 678 millones en una sola jornada, lo que lo posiciona dentro del ranking histórico de mayores intervenciones monetarias desde 2003.
Detalles de la operación y su magnitud
La operación se registró un viernes, y los u$s 678 millones vendidos constituyen la décima mayor venta histórica del BCRA desde el año 2003.
El funcionario económico Luis Caputo afirmó que la autoridad monetaria planea “vender hasta el último dólar en el techo de la banda”, mostrando confianza en que “hay suficientes dólares para todos”. En el segmento mayorista, la cotización se ubicó en $1.475.
Posición frente a intervenciones pasadas
Con esa venta, el gobierno actual logró desplazar del décimo lugar en el ranking a una operación de u$s 645 millones realizada por Alejandro Vanoli el 1° de octubre de 2015.
El ranking también incluye otras ventas históricas de Javier Milei como ministro (o de otros funcionarios de su gobierno), como Federico Sturzenegger, quienes dominan los lugares principales por intervenciones similares en otros momentos de tensión cambiaria.
Consecuencias sobre reservas y política monetaria
La venta tuvo impacto en las reservas brutas del BCRA, que bajaron u$s 148 millones en esa jornada, y u$s 1.050 millones en la semana. El motivo principal de la caída semanal fue el pago de deudas, pero se sumaron las ventas realizadas los días previos para contener el dólar mayorista, según información de Ámbito.
Las tasas nominales anuales para los plazos fijos mayoristas también se incrementaron, como ocurre en entornos de alta volatilidad.
El gobierno de Javier Milei ha marcado un hito monetario al colocar una venta de u$s 678 millones del BCRA entre las más grandes de la historia reciente. Sin embargo, ese movimiento sitúa al país bajo una presión mayor sobre reservas y exige un control cuidadoso para mantener estabilidad cambiaria sin agotar los dólares disponibles ni erosionar la confianza en la política económica.