Tras varios días de incertidumbre y fuertes acusaciones cruzadas, Afganistán y Pakistán lograron alcanzar un acuerdo que evita el colapso total de la frágil tregua vigente desde mediados de octubre
Las negociaciones, celebradas en Estambul bajo mediación de Turquía y Qatar, concluyeron con el compromiso de continuar el diálogo en futuras reuniones, evitando así una nueva escalada militar entre ambos países.
Una tregua en vilo que logra sobrevivir
El Gobierno talibán confirmó el cierre de las conversaciones con Islamabad y aseguró que el objetivo común es preservar el alto el fuego y buscar soluciones diplomáticas a los conflictos pendientes.
“El Emirato Islámico de Afganistán ha creído en la diplomacia y el diálogo desde el principio”, expresó Zabihullah Mujahid, portavoz del régimen talibán, en la red social X.
Según Mujahid, las conversaciones fueron “un proceso complejo” pero desarrolladas “con honestidad y seriedad”. Además, agradeció a los gobiernos de Turquía y Qatar por su rol en la mediación y por evitar que la crisis se transformara en un enfrentamiento abierto.
De acuerdo con DW, el diálogo se reanudó en Estambul luego de que ambas delegaciones confirmaran su disposición a “dar otra oportunidad a la paz”, tras 48 horas de ruptura total en las negociaciones.
Tensiones y acusaciones cruzadas
La semana estuvo marcada por una escalada diplomática sin precedentes en años. Pakistán acusó a Kabul de “querer arrastrar a su pueblo a una guerra innecesaria”, mientras que los talibanes calificaron las exigencias paquistaníes como “irrazonables e ilógicas”.
El punto más conflictivo del diálogo gira en torno al Tehreek-e-Taliban Pakistan (TTP), conocido como los “talibanes paquistaníes”. Islamabad acusa a este grupo insurgente de operar desde Afganistán, utilizando su territorio como refugio.
Kabul, por su parte, sostiene que el TTP es un asunto interno de Pakistán, rechazando cualquier intervención militar o control directo sobre ese grupo.
Un alto el fuego clave para la estabilidad regional
El acuerdo de Doha del 19 de octubre, que estableció el cese de hostilidades, había detenido los peores enfrentamientos fronterizos en décadas.
Los choques comenzaron con ataques aéreos paquistaníes en territorio afgano y una contraofensiva talibán que dejó decenas de víctimas fatales.
La decisión de mantener la tregua, confirmada el 30 de octubre, representa una oportunidad para reducir la tensión militar y evitar una guerra abierta en la frontera.
Ambos países acordaron mantener la comunicación abierta y continuar las reuniones bilaterales bajo la mediación de Turquía y Qatar.
El nuevo acuerdo entre Afganistán y Pakistán da un respiro a una región históricamente convulsionada, donde la diplomacia vuelve a imponerse —por ahora— a la confrontación. Sin embargo, la estabilidad a largo plazo dependerá de que ambos gobiernos cumplan sus compromisos y mantengan vivo el diálogo.
 
									 
					



