El precio del dólar oficial sigue bajo la lupa de economistas y del FMI.
Tras el fuerte ajuste desde julio, se abre el debate sobre si el nivel actual permite equilibrar las cuentas externas o si aún falta un nuevo salto cambiario.
Durante meses, el consenso entre especialistas fue que el tipo de cambio estaba retrasado, lo que afectaba la competitividad externa. Sin embargo, con la corrección desde julio, el dólar oficial cerró la semana en $1.424,50, apenas un 4% por debajo del techo de la banda cambiaria, fijado en $1.482,20.
En un escenario de libre flotación, el billete ya hubiera superado ese límite. El Gobierno recurrió a ventas del Tesoro, intervención del Banco Central y operaciones con futuros para contenerlo dentro del rango. Según Ámbito , el tipo de cambio real multilateral aumentó 16% y se ubica en el nivel más alto desde marzo de 2024.
¿Un valor de equilibrio o un techo incómodo?
Comparado con otros períodos, el dólar actual ya supera los niveles del segundo mandato de Cristina Fernández, se acerca a los de Alberto Fernández y Mauricio Macri, pero sigue por debajo de los registros de Néstor Kirchner y la primera gestión de Cristina.
El economista Federico Bernini (IIEP-UBA) consideró que no es un “mal” valor, aunque la presión política puede forzar más ajustes. Para él, un aumento adicional de entre 20% y 25% alcanzaría para equilibrar la cuenta corriente, considerando los futuros ingresos de energía y minería.
Por su parte, Gabriel Caamaño (Outlier) destacó que sectores como agro, minería y energía hoy muestran mejor rentabilidad que meses atrás, aunque advirtió que aún no es suficiente.
La deuda, el factor que condiciona el dólar
El desafío para el Gobierno de Javier Milei no pasa solo por la competitividad externa, sino también por los vencimientos de deuda. Pablo Moldovan (C-P) explicó que la magnitud del ajuste cambiario necesario dependerá de la capacidad de financiamiento: menos acceso a crédito externo significará mayor presión devaluatoria.
Además, la demanda de divisas de los particulares y el esquema regulatorio tras las elecciones también jugarán un rol decisivo.
El dólar dejó atrás el atraso cambiario, pero todavía no garantiza el equilibrio externo. La proximidad de los pagos de deuda y la incertidumbre electoral marcarán la estrategia oficial para evitar un nuevo salto brusco que golpee ingresos y aumente la pobreza.