Aunque las dietas ricas en proteínas se popularizaron por sus beneficios en la masa muscular y la pérdida de peso, una experta en longevidad advirtió que el exceso de este nutriente puede tener el efecto contrario: acelerar el envejecimiento y aumentar el riesgo de enfermedades crónicas.
En los últimos años, el consumo elevado de proteínas se convirtió en una tendencia dentro del mundo del fitness y la nutrición. Sin embargo, nuevos estudios sugieren que esta práctica podría ser perjudicial si se mantiene de manera prolongada.
Según la especialista en longevidad Melanie Murphy Richter, una dieta demasiado rica en proteínas “puede acelerar el envejecimiento biológico en lugar de retrasarlo”, al alterar los mecanismos de regeneración celular y hormonales del cuerpo, de acuerdo con lo informado por C5N.
El exceso de este nutriente puede estimular de forma continua la hormona IGF-1 (factor de crecimiento similar a la insulina tipo 1), que si bien es esencial en la infancia y la adolescencia, mantenerla elevada en la adultez provoca un desgaste prematuro de los tejidos y acelera el deterioro celular.
Cómo el exceso de proteínas impacta en el organismo
El médico Joseph Antoun, director de la empresa de biotecnología L-Nutra, explicó que cuando las proteínas se consumen en exceso, el organismo reduce su capacidad de autofagia, el proceso natural que elimina desechos celulares y permite su regeneración.
La interrupción de este mecanismo provoca la acumulación de radicales libres y estrés oxidativo, dos factores directamente vinculados al envejecimiento prematuro y a enfermedades como la diabetes tipo 2, afecciones cardíacas e incluso algunos tipos de cáncer.
Además, metabolizar altas cantidades de proteínas exige un esfuerzo adicional a los riñones y puede alterar el equilibrio hormonal. Entre los síntomas más comunes de una sobrecarga proteica se encuentran la fatiga, el mal aliento, los problemas digestivos, las náuseas y el aumento no deseado de peso.
Cuánto se recomienda consumir
De acuerdo con Antoun, la cantidad ideal varía según la edad y el estado físico de cada persona.
- Para menores de 65 años, se recomienda entre 0,7 y 0,8 gramos por kilo de peso corporal, priorizando las fuentes vegetales.
- En mayores de 65 años, puede aumentarse ligeramente la cantidad y complementar con proteínas animales cuando exista pérdida de masa muscular.
Los especialistas coinciden en que la clave está en mantener un equilibrio nutricional y escuchar las señales del cuerpo. “No se trata de eliminar las proteínas, sino de consumirlas con moderación y conciencia”, concluyó Richter.