La justicia argentina dictó sentencia en uno de los casos que conmovió a la comunidad: Kevin Darián Ledesma, conocido como «El Porteño», recibió una condena de 18 años de prisión efectiva por el homicidio agravado de José Marcelo Colemil.
El veredicto unánime del jurado puso fin a un proceso judicial que reveló los dramáticos detalles de un crimen que ocurrió en agosto de 2024, marcando un precedente significativo en la lucha contra la violencia con armas de fuego.
El veredicto: homicidio agravado con arma de fuego
Según lo determinado por el tribunal, Kevin Ledesma fue hallado culpable de homicidio agravado por el uso de arma de fuego, luego de que el jurado popular analizara todas las pruebas presentadas durante el debate. La sentencia de 18 años representa un punto medio entre los 20 años solicitados por la Fiscalía -que argumentó la extrema violencia del hecho- y la postura de la defensa, que buscaba acercarse al mínimo legal. El juez técnico evaluó meticulosamente ambos planteos antes de dictar la condena definitiva que cierra esta etapa del proceso.
Los detalles del crimen que impactaron al tribunal
La investigación demostró que Ledesma disparó contra Colemil desde el interior de su vivienda hacia la vía pública, aprovechando la oscuridad nocturna y posicionándose en un lugar protegido que eliminó cualquier posibilidad de defensa por parte de la víctima. Esta modalidad del ataque, caracterizada por la alevosía y el aprovechamiento de las circunstancias, constituyó uno de los agravantes principales que determinaron la severidad de la condena. El magistrado enfatizó en su resolución cómo el acusado buscó conscientemente una posición de ventaja que le permitiera actuar con total impunidad.
La conducta posterior al crimen y su impacto en la sentencia
Uno de los aspectos que más influyó en la duración de la condena fue el comportamiento de Ledesma después del homicidio. El tribunal consideró especialmente grave que el acusado arrojara el arma homicida al río y evitara deliberadamente el contacto con la justicia durante las primeras horas críticas de la investigación. Estas acciones fueron interpretadas como un intento premeditado de entorpecer el trabajo judicial y destruir evidencia crucial, lo que demostró una falta de arrepentimiento y una clara intención de eludir su responsabilidad penal.
Antecedentes penales y factores agravantes
La sentencia también tuvo en cuenta el historial delictivo previo de Kevin Ledesma, que incluye una suspensión de juicio a prueba y una condena condicional reciente. Estos antecedentes reflejaron para el juez un patrón de conducta conflictiva con la ley que justificaba una pena severa. Además, el tribunal valoró especialmente el «plus de afectación» que el crimen generó en el núcleo familiar de la víctima, particularmente en los sobrinos menores de edad que perdieron a una figura de referencia fundamental en sus vidas.
Los argumentos de la defensa y la respuesta judicial
La defensa de Ledesma había planteado como atenuantes su edad -29 años- y su situación económica precaria. Sin embargo, el magistrado descartó estos argumentos al considerar que el acusado era un adulto con plena capacidad para comprender la gravedad de sus actos. El único factor que el tribunal valoró positivamente fue la existencia de una red familiar y laboral que, según el juez, podría influir favorablemente en un futuro proceso de reinserción social, aunque este aspecto no fue suficiente para moderar significativamente la condena.
La resolución judicial marca el cierre de una etapa fundamental en este caso que mantuvo en vilo a la comunidad, estableciendo un mensaje claro sobre la intolerancia hacia los crímenes violentos y reafirmando el compromiso del sistema judicial con las víctimas y sus familias. Información extraída del medio La17.




