El Proyecto Patagonia Azul colocó transmisores a ocho hembras de esta especie clave para el equilibrio del Mar Argentino. La iniciativa busca descifrar sus rutas migratorias y proteger zonas críticas de alimentación y reproducción.
En un avance sin precedentes para la conservación marina patagónica, investigadores del Proyecto Patagonia Azul completaron con éxito la marcación satelital de ocho ejemplares de tiburón Gatopardo (Notorynchus cepedianus) en aguas de Chubut. Este trabajo, que utiliza tecnología de última generación, tiene como objetivo principal trazar las desconocidas rutas migratorias de este depredador tope, cuya salud es un termómetro infalible del estado de todo el ecosistema marino. Según los científicos, comprender sus movimientos es el primer paso para diseñar estrategias de protección efectivas.
Una misión tecnológica para desentrañar secretos del Mar Argentino
El corazón del operativo fue la colocación de transmisores satelitales “Mini-PAT”, del tipo pop-up, en ocho hembras de la especie. Estos dispositivos, adheridos a los animales, funcionarán como sofisticados recolectores de datos durante los próximos nueve meses, registrando variables como profundidad, temperatura e intensidad de luz en tiempo real.
“Una vez que flotan, transmiten vía satélite toda la información recopilada por los sensores durante la instrumentación”, explicó Ignacio “Nacho” Gutiérrez, coordinador de Conservación del proyecto. Esta tecnología permite modelar los movimientos sin necesidad de recapturar a los tiburones, un método ideal para especies de gran movilidad como el Gatopardo.
El estudio se centró en hembras porque se presume que sus movimientos podrían revelar zonas de cría o apareamiento críticas para la supervivencia de la especie a largo plazo. La información que se obtenga será pura y dura, y servirá para que autoridades como la Secretaría de Pesca y la Subsecretaría de Conservación y Áreas Protegidas de Chubut puedan fundamentar la creación de nuevas áreas marinas protegidas o medidas de manejo pesquero.
El Gatopardo: un «arquitecto» del ecosistema que caza en equipo
Los científicos enfatizan que este proyecto va más allá de la curiosidad biológica. El Gatopardo es clasificado como un predador tope, un rol ecológico irreemplazable. “Estos tiburones no tienen reemplazo dentro de la cadena trófica. Si se los sobreexploita, todo el ecosistema podría verse afectado”, advierte Alejo Irigoyen, ecólogo marino del CONICET.
El Dr. Nelson Bovcon, investigador del IIDEPyS-GSJ y la UNPSJB, detalló que su función es mantener a raya a otras especies depredadoras intermedias (mesopredadores), asegurando el equilibrio de todo el sistema marino. Además, el Gatopardo tiene un comportamiento fascinante y poco común: caza en grupos coordinados. “Se han documentado presas con mordidas de distintos tamaños, lo que evidencia la participación coordinada de varios ejemplares”, señaló Bovcon.
Un esfuerzo colaborativo con mirada regional y participación ciudadana
La campaña no se limitó a la alta tecnología. También se colocaron marcas plásticas convencionales en otros ejemplares, donde el rol de pescadores y la comunidad es vital. Si alguien captura un tiburón con esta marca y reporta el número, aporta datos invaluables sobre crecimiento y fidelidad al sitio. “Cada ejemplar recuperado es una pieza para entender la historia de vida de esta especie”, sintetizó Bovcon.
Este trabajo en Chubut se integra a un proyecto regional de conservación en el Atlántico Sudoccidental, sumándose a esfuerzos similares en la provincia de Buenos Aires y Uruguay. El Proyecto Patagonia Azul ya planea extender estos estudios a otras especies vulnerables, como el cazón (Galeorhinus galeus), avanzando en la misión de generar el conocimiento científico necesario para garantizar la salud de los mares de los que todos dependemos. Informo el medio Radio3.




