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Donald Trump se convertirá en el primer ex mandatario en la historia de Estados Unidos en enfrentarse a la justicia penal, en un juicio que se inicia este lunes en Nueva York con la selección del jurado que determinará su suerte en plena campaña electoral de las presidenciales de noviembre.

El candidato republicano está citado a las 9:30 AM locales (13:30 GMT) ante el juez de origen colombiano Juan Manuel Merchan, del Tribunal Supremo de Manhattan, para responder por un pago de 130.000 dólares a la ex actriz porno Stormy Daniels para supuestamente comprar su silencio sobre una relación extramatrimonial y proteger así su campaña de 2016, que finalmente ganó contra la demócrata Hillary Clinton.

El ex magnate, de 77 años, no está acusado por el pago en sí, sino por haberlo disfrazado como gastos legales de la Organización Trump, la empresa familiar, lo que puede acarrearle una condena de hasta cuatro años de cárcel.

Sin embargo, la sentencia no sería obstáculo para que se presente a las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, en las que se enfrentará por segunda vez al demócrata Joe Biden, que le derrotó en los comicios de hace cuatro años.

Pero la perspectiva real de que Trump se convierta en un delincuente convicto -y potencialmente se enfrente a penas de cárcel- arroja un factor de incertidumbre sin precedentes en unas elecciones ya de por sí impredecibles.

“Mucho en juego”

“Lo que está en juego es mucho, porque Trump y sus abogados han logrado hasta ahora retrasar los (otros) juicios” que tiene pendientes por los intentos de revertir los resultados de la presidencial de 2020 y de su gestión de documentos clasificados que se llevó a su casa cuando dejó la Casa Blanca, dice a la AFP Carl Tobias, profesor de derecho de la Universidad de Richmond.

Por el momento, este juicio que empieza este lunes, el caso más débil de los diferentes frentes legales que Trump tiene abiertos, según los expertos, parece ser el único que se juzgará antes de las elecciones, pese a los múltiples intentos de sus abogados por atrasar su celebración.

El sábado por la noche, en un mitin en Pensilvania, Trump se volvió a declarar víctima de una persecución judicial y política de los demócratas que quieren impedirle llegar a la Casa Blanca.

“Me han acusado más que a Al Capone, el gran gángster”, dijo Trump ante sus animados seguidores en un mitin el sábado en Pensilvania, un estado clave para las elecciones. “Aquí no hay absolutamente nada”, insistió. “No hay ningún delito menor, no hay ningún delito grave, no hay ningún delito federal”.

“Nuestros enemigos quieren quitarme mi libertad porque nunca los dejaré que les quiten la suya”, agregó.

Su equipo de campaña calificó el juicio de “asalto frontal a la democracia estadounidense”.

“Estas acusaciones son totalmente inventadas para interferir en las elecciones”, dice el comunicado del equipo de campaña de Trump.

Trump también afirma que no tendrá un juicio justo en Nueva York, una ciudad fuertemente demócrata.

Aún así, el ex presidente aseguró que declarará en el juicio, que puede durar entre seis y ocho semanas.

El tribunal de Manhattan, en el sur de Nueva York, se encuentra bajo máxima alerta. Se esperan manifestaciones tanto de seguidores como de opositores al ex magnate, además de medios de comunicación de todo el mundo.

A diferencia de otros estados, en los tribunales de Nueva York las cámaras de televisión no están autorizadas, por lo que solo la prensa escrita contará el desarrollo de este juicio que suscita un gran interés.

El proceso judicial se inicia con la selección de los doce jurados que tendrán la responsabilidad de declarar por unanimidad al magnate “culpable” o “no culpable”, un proceso que puEde llevar varios días.

Los doce finalistas y seis suplentes serán seleccionados después de responder a un minucioso cuestionario sobre sus simpatías políticas y, sobre todo, sobre su imparcialidad y capacidad para definir la suerte de uno de los políticos más influyentes de los últimos tiempos, tanto en Estados Unidos como en el mundo.

El millonario está acusado de 34 falsificaciones de documentos contables de la Organización Trump para camuflar como “gastos legales” los pagos realizados a Stormy Daniels, que adelantó de su bolsillo el entonces abogado de Trump y hombre de confianza, Michael Cohen, actualmente enemigo jurado y quien será uno de los testigos claves de la acusación.

El juicio tendrá que demostrar qué sabía Trump de dichos pagos, por los que Cohen ya fue condenado.

El estado de Nueva York anunció este miércoles una «nueva fase de la pandemia» de coronavirus con el cese de la obligación de usar tapabocas en espacios cerrados, especialmente en comercios, restaurantes y empresas, como también pasará desde el lunes en California, Nueva Jersey y Connecticut.

La gobernadora Kathy Hochul informó que la medida que expira este martes no será renovada y precisó que cada ciudad o empresa podrá determinar si es necesario el uso de tapabocas contra el coronavirus en lugares cerrados.

«Es un panorama magnífico. No hemos terminado pero la tendencia está muy, muy bien orientada y por eso ahora estamos considerando una nueva fase de la pandemia», afirmó la gobernadora demócrata, informó la agencia de noticias AFP.

Todos los indicadores de salud están «a la baja», enfatizó Hochul.

Sin embargo, el uso obligatorio de tapabocas se mantendrá en colegios hasta marzo.

El estado y la megalópolis estadounidense de Nueva York fueron el epicentro de la pandemia de Covid-19 en 2020, con al menos 38.000 muertes en dos años solo en la ciudad.

El estado de Nueva York se sumó a otros liderados por el Partido Demócrata, como California, Nueva Jersey o Connecticut, que anunciaron medidas idénticas de cese de la obligatoriedad de tapabocas a partir del lunes.

Nunca una medida de ese tipo estuvo vigente en estados gobernados por republicanos, como Florida o Texas.

En Estados Unidos, la obligación de cubrirse el rostro es considerada una violación de las libertades individuales por gran parte de la derecha y del Partido Republicano.

Los casos de coronavirus descendieron a nivel nacional, con menos de 250.000 diarios en promedio durante siete días consecutivos, informaron las autoridades sanitarias.

Estas cifras están muy lejos del pico de 800.000 casos alcanzado a mediados del mes pasado.

Actualmente, el país más golpeado por la pandemia de coronavirus acumula más de 77 millones de contagios y supera los 909.500 decesos por la enfermedad.

Robert Trump, el hermano menor del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, muere este sábado a los 71 años en un hospital de Nueva York, informó en un comunicado el mandatario, que describió al fallecido como su «mejor amigo».

«Es con mucho pesar en mi corazón que comparto que mi maravilloso hermano, Robert, falleció pacíficamente esta noche. No solo era mi hermano, era mi mejor amigo», dijo Trump en un comunicado difundido por la Casa Blanca.

«Le echaré mucho de menos, pero nos volveremos a encontrar. Su memoria perdurará para siempre en mi corazón. Robert, te quiero. Descansa en paz», concluyó Trump.

El presidente se había desplazado este viernes a Nueva York para visitar a su hermano, tras revelar que estaba ingresado en un hospital de esa ciudad y que lo estaba «pasando mal», aunque sin dar detalles sobre su enfermedad.

Según un amigo de la familia Trump que habló con el diario The New York Times bajo condición de anonimato, Robert había sufrido hemorragias cerebrales recientemente como consecuencia de una caída, y en las últimas semanas su salud se deterioró hasta el punto de que ya no podía hablar por teléfono.

Tras su visita del viernes, que duró menos de una hora, y consciente de que no se esperaba que Robert viviera mucho más, el presidente llamó este sábado al hospital donde estaba ingresado su hermano desde su club de golf en Bedminster (Nueva York), donde pasa el fin de semana, según el diario neoyorquino.

La relación con Donald Trump

El mandatario y su hermano menor tuvieron altibajos en su relación, pero en 2016 Robert dijo que apoyaba «al 100%» la candidatura de Donald a la presidencia de Estados Unidos, y le abrazó la noche de su victoria electoral.

En junio de este año, Robert Trump inició una acción legal para intentar detener la publicación del libro sobre el ahora presidente de EE UU escrito por su sobrina Mary Trump, hija de su hermano mayor, el fallecido Freddie.

Aunque no logró su objetivo, Robert demostró con esa batalla legal su lealtad al mandatario estadounidense, que valora esa cualidad por encima de todo entre sus allegados.

Mucho más callado que el presidente, Robert Trump intentaba mantenerse lejos de las miradas públicas y se ajustó a esa costumbre desde que su hermano llegó a la Casa Blanca.

Como benjamín de los cinco hermanos Trump, a Robert nunca se le preparó para tomar las riendas del imperio inmobiliario familiar, y quedó por tanto aislado de mucha de la presión y disciplina que su padre ejerció sobre sus dos hijos mayores, incluido Donald, de acuerdo con el Times.

Robert, que nunca tuvo hijos pero crió como si fuera suyo al descendiente de su primera mujer, Blaine Trump, empezó su carrera en Wall Street, pero acabó trabajando para su hermano como ejecutivo en la empresa familiar.

En su libro, Mary Trump describe así la dinámica entre los dos hermanos: «Donald había descubierto muy pronto lo fácil que era meterse bajo la pálida piel de Robert y empujarle más allá de sus límites, era un juego al que nunca se cansó de jugar».

La relación entre ambos se debilitó en 1990, cuando Donald culpó a Robert de los problemas con la apertura de un casino en Atlantic City. El hermano menor se distanció de los negocios clave de la empresa durante años, y ambos no se reconciliaron hasta que el mayor decidió presentarse a la Casa Blanca, según el New York Times.

Además del presidente, a Robert Trump le sobreviven sus dos hermanas mayores, Maryanne y Elizabeth, y su segunda esposa, Ann Marie Pallan.

Miles de personas se manifestaron este sábado en Nueva York, con el epicentro en Washington Square y tras el toque de queda en Brooklyn, para expresar de nuevo su rechazo de forma pacífica y por décimo día consecutivo a la muerte con tintes racistas del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco en Mineápolis (Minesota).

Tras las marchas pacíficas contra el racismo de la mañana, unas 20.000 personas cruzaron el puente de Brooklyn desde Army plaza, según estimaciones de medios locales, para participar en diferentes convocatorias en Manhattan hasta el toque de queda, que empezaba a las 8 de la tarde hora local (24:00 GMT).

Después de la crisis sanitaria que durante varias semanas la tuvo en el centro de la pandemia de coronavirus , Nueva York va camino a reanudar sus actividades a partir del 8 de junio , según anunció el gobernador del estado, Andrew Cuomo.

La capital financiera de Estados Unidos, con ocho millones de habitantes y que sufrió 21.500 muertes desde el comienzo del brote , está cerca de cumplir con siete reglas que le permitirán salir lentamente de su bloqueo de más de dos meses.

La ciudad ya cumplió con las pautas sobre la caída del número de muertos y de hospitalizaciones, y se espera que cumpla con los criterios de capacidad hospitalaria y realización de pruebas de detección la próxima semana, dijo Cuomo. Eso permitirá la venta minorista, el comercio mayorista, la fabricación y la construcción desde la segunda semana de junio , en el marco de la primera fase de un plan de reapertura gradual.

«Estamos en el umbral del próximo gran paso», dijo el alcalde Bill de Blasio.

Cuomo afirmó que la primera fase permitirá que alrededor de 400.000 neoyorquinos vuelvan a trabajar. «Nos enfocaremos en los puntos críticos», añadió. No se autorizará la apertura de restaurantes y bares hasta la fase tres, mientras que la cuarta y última fase permitirá que los lugares de entretenimiento, incluidos teatros y museos, reinicien sus operaciones.

Se espera que pasen dos semanas entre cada fase, siempre que no haya un aumento en las infecciones. El gobernador advirtió que partes del estado podrían cerrarse nuevamente si la reapertura desencadena una segunda ola de casos.

Cuomo ordenó el cierre de todos los comercios no esenciales a partir del 22 de marzo, ya que el estado de Nueva York se encontró rápidamente en el epicentro del mortal brote de coronavirus en Estados Unidos. Alrededor de 800 residentes en el estado de Nueva York morían por día en el pico de la crisis a principios de abril, la gran mayoría de ellos en la ciudad.

Como confirmación de su optimismo, Cuomo dijo que la cifra de decesos en las últimas 24 horas fue de 67, la más baja en un solo día desde que comenzó la crisis. La ciudad de Nueva York es la última de las diez regiones de este estado en comenzar a reabrir, y algunas están listas para ingresar a la fase dos este fin de semana.

Fueron 84 fallecimientos en las últimas 24 horas. “Sigue siendo una tragedia, no cabe duda, pero en general son buenas noticias”, destacó el gobernador Andrew Cuomo.

Cualquier muerte es una tragedia, pero es imposible no animarse cuando ese número decrece. Así, al menos, lo siente el gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo. Allí, por primera vez desde que se registró el pico de la pandemia del nuevo coronavirus, se registraron menos de 100 muertes diarias por COVID-19. En concreto fueron 84 los fallecidos en las últimas 24 horas.

«Sigue siendo una tragedia, no cabe duda, pero en general son buenas noticias», resaltó en su conferencia de prensa de este sábado. «Siempre tuve en mente bajar de 100. Es una buena señal. Estamos haciendo avances y me siento muy bien con eso», agregó. Es la cifra más baja desde el 24 de marzo.

Además, supone un importante descenso con respecto a los 109 muertos de los que se informó el viernes. Y, naturalmente, de lo ocurrido en la primera quincena de abril, cuando se alcanzó el pico de la pandemia en este estado, el más afectado del país, con más de mil muertes por día.

En total el estado de Nueva York concentró casi 29.000 de las 96.000 muertes por coronavirus en Estados Unidos, mientras que los contagiados rondan los 370.000 cuando en todo el país es de 1.611.691 y 350.135 el número de pacientes recuperados, según el último balance actualizado por la Universidad Johns Hopkins de Baltimore.

Con la disminución de las nuevas hospitalizaciones, el gobernador destacó que el Estado espera reabrir la región central de Hudson y Long Island. De esta forma, los condados de Westchester, Rockland, Dutchess, Orange, Putnam, Sullivan y Ulster reabrirán el martes mientras los equipos de rastreadores de contacto en el área completen la capacitación en línea. En tanto, Cuomo dijo que las autoridades están considerando reabrir Long Island el miércoles.

Por otro lado, al tiempo que se autorizaron reuniones de hasta diez personas con medidas de protección, las playas de la ciudad de Nueva York permanecerán cerradas durante el fin de semana del Día de los Caídos, mientras que las playas estatales permanecerán abiertas solo para residentes.

A raíz de eso, Cuomo llamó a la cautela durante este fin de semana largo, que suele representar el inicio no oficial de la temporada de verano, con más gente viajando y reuniéndose en playas y parques debido al buen tiempo.

Con el inicio del desconfinamiento, la que todavía no está en condiciones de cumplir los requisitos es el área de la Gran Manzana, la más impactada, en la que el Ayuntamiento estima hacerlo la primera mitad de junio.

Por último, Cuomo recordó que prácticamente un tercio de quienes se contagian del virus nunca muestran síntomas y pueden estar propagándolo, por lo que instó a la población a hacerse test, a cubrirse el rostro en situaciones de contacto con otras personas y a no hacer «fiestas de diez personas» solo porque se les permita, tras autorizarlo este viernes.

El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, informó que la región de la capital y la occidental del estado cumplen con seis de los siete requisitos para reabrir sus economías, que debido al coronavirus han estado en pausa desde el 22 de marzo, por lo que podrán unirse a otras cinco que ya dieron ese paso el viernes último.

El anuncio del mandatario del estado que fue epicentro de la pandemia y que recién ahora logró revertir todas las tendencias negativas (contagios, muertes, internaciones, etc.) contrasta con la situación en Florida, otro estado muy castigado en el que los casos confirmados alcanzaron hoy los 45.588 y las muertes 1.973, al tiempo que ya son más de 784.000 los floridanos que aún esperan la ayuda oficial de desempleo en Estados Unidos.

En Nueva York, durante su comparecencia pública diaria, Cuomo explicó que estas zonas, todas al norte del estado, sólo tienen que aumentar el personal de rastreo para el virus, lo cual sólo constituye un proceso administrativo.

Indicó además que la región de la capital necesita 166 rastreadores para realizar las pruebas del virus los siete días de la semana, y comenzar así la fase I de la reapertura que permite que ciertos negocios, entre ellos de construcción, manufactura y centros de ventas al por mayor, reanuden operaciones en momentos en que los casos del virus han seguido disminuyendo.

La región occidental debe contar con otros 352 rastreadores, explicó. «Todavía hay la necesidad de aumentar el rastreo, la cantidad de personas que están preparadas para realizar el rastreo, y esa es una función puramente administrativa», indicó, citado por EFE.

Al respecto, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, dijo que la ciudad contará con 123 nuevos lugares a través de sus cinco condados para realizar las pruebas del virus los siete días de la semana.

De Blasio anunció que la ciudad se asoció con CityMD Urgent Care, el principal proveedor de servicios de urgencia, para realizar un total de 6.000 pruebas diarias del virus en las sedes de la compañía, que se hará cargo del costo para neoyorquinos sin seguro médico.

Destacó durante su conferencia diaria que con esta asociación, la ciudad podrá evaluar ahora a 20.000 neoyorquinos por día y que la Universidad Johns Hopkins ha entrenado ya a 500 personas para hacer los rastreos y que otras mil personas están en ese proceso.

En tanto, en Florida los casos de Covid-19 alcanzaron los 45.588 este domingo y las muertes 1.973, y se incrementan a más de 784.000 los floridanos que aún esperan la ayuda oficial de desempleo en Estados Unidos.

Según el Departamento de Salud estatal, en las últimas 24 horas se registraron en el estado 777 casos confirmados del nuevo coronavirus y nueve muertes.

Al mismo tiempo, se incrementaron a 784.512 los floridanos que aún están esperando por el pago de desempleo desde hace «70 días», según denunció este domingo la minoría demócrata del Senado de Florida.

El Departamento de Oportunidades Económicas (DEO) de Florida ha tenido retrasos con el envío de esta ayuda debido, entre otras, a fallas en la web oficial.

La senadora Lori Berman subrayó que es «inconcebible» que han pasado más de nueve semanas y el gobierno de Ron DeSantis solo haya pagado «la mitad» de las reclamaciones confirmadas y que «muchos floridanos solo hayan recibido un pago parcial menor».

El gobernador DeSantis autorizó a partir de mañana una mayor reactivación económica, que esta vez sí incluye en una primera fase a los condados de Miami Dade y Broward, los más afectados por el desempleo y por la pandemia con más de 21.000 casos en ambos.

La ciudad estadounidense de Nueva York, la más afectada por la pandemia de coronavirus, superó la barrera de los 20.000 muertos, según el recuento municipal, que incluye fallecimientos confirmados y probables por la enfermedad.

Un total de 20.056 personas murieron hasta la noche de este lunes de acuerdo con el último balance del Departamento de Salud local.

De ese total, 14.928 son muertes confirmadas por coronavirus, mientras que en las otras 5.128 la enfermedad fue registrada como causa probable, precisó la autoridad sanitaria, según informó la agencia de noticias EFE.

Estas cifras son superiores a las que ofrecen las autoridades estatales de Nueva York, que únicamente contabilizan los fallecidos que dieron positivo en una prueba para Covid-19.

El último balance del estado arrojó menos de 15.000 muertes en la Gran Manzana y de 21.764 en el conjunto del estado.

El recuento de la universidad Johns Hopkins, por su parte, eleva la cifra de fallecidos hasta casi 27.000 en este estado, epicentro de la pandemia en Estados Unidos.

Nueva York, la mayor ciudad del país, tiene cerca de 8,5 millones de habitantes, y el estado en su conjunto suma casi 20 millones.

La cifra real de muertos, sin embargo, puede ser incluso mayor que la ofrecida por la ciudad de Nueva York, según un informe hecho público ayer por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por su sigla en inglés) de Estados Unidos.

De acuerdo al CDC, entre mediados de marzo y comienzos de este mes de mayo se produjeron unas 24.000 muertes más a lo que normalmente se registra en esta temporada en la ciudad de los rascacielos, por lo que habría miles de fallecimientos que pueden atribuirse directa o indirectamente al brote.

Estados Unidos, el país más golpeado por la pandemia en todo el mundo, superó la barrera de las 80.000 muertes a causa del coronavirus, según el recuento de la JHU.

Tras Nueva York, los estados más afectados son la vecina Nueva Jersey, con unos 9.300 fallecidos, y Massachusetts, con algo más de 5.100, según las últimas cifras de esa universidad, informó EFE

El Departamento de Salud estatal aseguró que la mayoría de los menores, a quienes se les había diagnosticado un «síndrome inflamatorio múltiple pediátrico», dieron positivo.

Un total de 64 niños se encontraban hoy hospitalizados en el estado de Nueva York con procesos inflamatorios múltiples que intentan diagnosticar y que, se sospecha, podrían estar relacionadas con el coronavirus, según se informó.

En una comunicación al personal sanitario y a las instituciones médicas, el Departamento de Salud estatal aseguró que la mayoría de los menores, a quienes se les había diagnosticado un «síndrome inflamatorio múltiple pediátrico», dieron positivo después a las pruebas de coronavirus o al test de anticuerpos para coronavirs.

«Hasta el 5 de mayo, se ha informado de 64 casos clínicos pediátricos compatibles con el síndrome inflamatorio múltiple en niños en hospitales del estado de Nueva York, incluyendo la ciudad de Nueva York», dice el documento, citado por la agencia de noticias EFE.

Estas cifras se conocen dos días después de que el Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York informara que 15 niños habían sido internados con estos síntomas y que muchos de ellos estaban contagiados de coronavirus.

Los síntomas de la desconocida enfermedad, según los representantes del estado neoyorquino, se «solapan» con aquellos asociados con el síndrome del shock tóxico y con la enfermedad de Kawasaki, una dolencia poco frecuente que causa la inflamación de los vasos sanguíneos, incluidas las arterias coronarias, mientras que fiebre, síntomas abdominales y sarpullidos también pueden producirse.

Desde el inicio de la pandemia, la mayoría de los menores internados desarrollaron dificultades respiratorias serias, pero en las últimas semanas, estos nuevos síntomas aparecieron entre pacientes pediátricos en Nueva York y en otras zonas de Estados Unidos, lo que alertó a las autoridades de que los más jóvenes podrían ser blanco del SarS-Cov-2 en mayor medida de lo que se pensaba inicialmente.

El número de niños afectados en Estados Unidos, sin embargo, sigue siendo bajo y no se ha producido ninguna muerte, mientras que la mayoría de ellos ha respondido bien a los tratamientos.

Estados Unidos, el país más afectado del mundo por el brote supera ya los 1,2 millones de casos confirmados, con más de 73.000 muertos, según el recuento de la Universidad Johns Hopkins.

El estado de Nueva York sigue siendo el gran epicentro del brote en Estados Unidos, con más de 321.000 casos confirmados y 25.000 fallecidos, señaló EFE.

Hay más de 20.000 fallecimientos por encima de lo habitual. Y eso provocó que se acumularan los cuerpos.

Gestionar la muerte es un trabajo ingrato pero esencial y más aún cuando hay que administrar más de 20.000 fallecimientos por encima de lo habitual, como ha ocurrido en el último mes y medio en Nueva York, donde las funerarias afrontan una avalancha de muertos por el coronavirus​ con una burocracia jamás pensada para una tragedia de tal magnitud, en una de las ciudades mejor preparadas para las emergencias.

Este miércoles la Policía de Nueva York descubrió dos camionetas sin refrigeración con un centenar de cuerpos amontonados y en descomposición a las puertas de una funeraria al sur de Brooklyn, que como muchas otras en la ciudad son pequeños negocios con locales no más grandes que una peluquería de barrio.

La pestilencia alertó a los vecinos, que aseguran que el trasiego de cadáveres desde los vehículos sin acondicionar, algo que no permiten las autoridades, llevaba ocurriendo desde hace semanas.

El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, dijo en rueda de prensa que el suceso es «abominable» e «inaceptable», pero apuntó que la mayor parte de las funerarias de la ciudad están realizando un trabajo encomiable y éste fue un caso aislado.

«No es una sorpresa. No es la primera vez que sucede en una cosa similar. Para las pequeñas funerarias es un momento muy complicado de gestionar», señala en entrevista con Efe Angelique Corthals, profesora de Ciencia Forense en el colegio universitario John Jay de Justicia Criminal de Nueva York.

Omar Rodríguez, empleado de la funeraria Gerard Neufeld en en el barrio de Queens, uno de los más golpeados por el nuevo coronavirus (casi un tercio de las 16.500 atribuidas al COVID-19 en la ciudad han ocurrido en el barrio), apenas duerme, pero su problema no es la gestión de los cuerpos -«podemos manejar el aumento»-, sino la burocracia.

Desde primera hora trabaja trasladando muertos a su destino final en mano de sus familiares y por la noche se dedica a pelearse con una montaña de papeleo que no siempre es electrónico.

“El estrés es inimaginable. En las últimas semanas hemos tenido que cremar o enterrar más de 200 personas. Trabajamos las 24 horas del día. Por la noche me dedico al maldito papeleo y ahora tengo a mi padre ingresado por el virus”, lamenta Rodríguez.

Casi todo el espacio de este modesto negocio en el epicentro de la pandemia lo ocupan ataúdes de cartón con cuerpos de víctimas. Este precario embalaje mortuorio es tan simple que hay que imprimir cabeza en grandes letras para saber en qué sentido entra el cuerpo en el horno crematorio.

Rodríguez y los otros operarios de la funeraria se pasan el día entre estos cartones. Vamos a los hospitales, a las casas y tenemos que recoger cuerpos por todo Queens. Hasta la fecha hemos podido gestionar el aumento, pero la burocracia de la ciudad no está lista para esto. Tenemos que esperar para que nos den los certificados hasta varios días, asegura el funerario.

La ciudad de Nueva York no ha enfrentado a este aumento de muertes en su historia reciente y puede que la epidemia del nuevo coronavirus supere en fallecimientos a los 30.000 muertos de la «gripe española» del otoño de 1918.

La Oficina del Jefe del Forense (OCME, en sus siglas en ingles), que debe emitir junto con el Departamento de Salud los papeles que desembocan en el certificado de defunción y permiten su cremación o enterramiento, ha habilitado morgues móviles, acelerado algunos procesos y comenzado a contratar decenas de investigadores medico-forenses y técnicos mortuorios.

«Esto es una muestra de que necesitamos más patólogos forenses, no solo en Nueva York, donde hacen falta un 50 % más, sino en todo el mundo, donde casi hay que duplicarlos. Es una profesión esencial que ha sido ridiculizada en el cine y los medios como sucia y tétrica. Esta crisis demuestra que hay que cambiar la percepción y reformar los colegios de medicina», subraya la profesora Corthals.

«Los patólogos están saliendo de sus sótanos y están haciendo un trabajo detectivesco esencial, determinando las causas y mecanismo de la muerte, estableciendo la verdadera dimensión de la pandemia, aunque puede llevar varios meses establecer el verdadero número de muertes atribuidas al coronavirus», añade la experta, quien recuerda que solo ahora se empieza a saber que una muerte por embolia en una persona joven puede ser causada por el COVID-19.

Según Corthals, Nueva York tiene «por buenas razones» una de las normativas más estrictas de Estados Unidos para procesar fallecimientos que no han ocurrido en hospitales, algo que parece estar detrás de las quejas de algunas funerarias.

«Identificar, preservar, investigar y entregar a quien corresponde los restos de las víctimas de esta pandemia, al tiempo que se trata a los que están vivos y necesitan diagnóstico y tratamientos, no es un trabajo sencillo», señala Corthals.